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Los números rojos del PRI

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TRANSPARENCIA
POLÍTICA
Erwin Macario

Los números rojos del PRI

Fue el pueblo el que castigó al PRI
y con ello a su candidato, que en
otras circunstancias, con unidad y
lealtades, hubiera logrado mantener
el poder…Erwin Macario/TP 170516

El lunes 16 de mayo de 2016 fue día de recuerdos y recuentos para Jesús Alí de la Torre, a quien le tocó el sacrificio de la gubernatura que toda su vida había mantenido el PRI y que cayó en manos de la oposición con un candidato desertor de sus filas, Arturo Núñez Jiménez, en 2012, quien resultó —hasta entonces— el peor gobernador que ha tenido Tabasco.
Cinco periodistas hurgaron en su memoria ese día. Los de la mesa El Pentágono, encabezada por Jesús Torres, prácticamente lo obligaron a recordar la campaña del 2012, cuando el voto de castigo al gobierno priista —así lo dije entonces y lo reitero hoy— y las traiciones al PRI, incluso desde dentro del gobierno priista de Andrés Granier, llevaron a ese partido a su primera derrota en Tabasco, en 80 años.
La conclusión de esa reunión fue la que hoy es el epígrafe de esta entrega periodística. El pueblo castigo, en el 2012, al PRI, que acarreaba espinas y deslealtades desde que traicionaron al gobernador Salvador Neme Castillo.
Jesús Alí de la Torre consideraba que los votos que había obtenido en 2012 le podrían dar la oportunidad de ser de nuevo candidato en 2018. Lo fue Gina Trujillo Zentella que perdió también en el 18 —como Alí seis años antes—, por el efecto Obrador: esa vez el candidato presidencial AMLO pidió que no sólo votarán los tabasqueños por él sino por todos los candidatos de Morena: !6 de 6! Sufragaron los tabasqueños por diputados locales, federales, presidentes municipales, senadores, gobernador y presidente de la República de Morena.
Hoy Jesús Alí ya está en Morena, ya se afilió, pensando en imitar a Evaristo Hernández Cruz que en ese “6de6” del 2018 ensartó, a la sombra de Morena, por segunda vez la presidencia municipal de Centro que había perdido como candidato del PRI en las elecciones intermedias de 2015 cuando el tricolor no pudo remontar la derrota del 2012 y sólo obtuvo cuatro alcaldías mientras el marthiarcado de Núñez se quedaba con nueve y le daba su primer municipio a Morena, las otros tres ayuntamientos se los repartieron a PAN uno y al PVEM dos.
Ese 2015 las diputaciones locales no le dieron la mayoría absoluta a doña Martha y Núñez, que llevaron sus espinas de puercoespín al PRD después de haber vivido todas sus vidas del PRI y hasta participado contra la izquierda de López Obrador.
Sólo lograron 13 de las 35 curules del Congreso de Tabasco, dos de ellas plurinominales. El PRI ganó custro en las urnas y obtuvo otras cuatro proporcionales. El PVEM ganó tres de mayoría relativa y le dieron dos más. Morena ganó dos y le fortalecieron con otras dos. El PAN ganó una y le dieron dos más. Los partidos del Trabajo y Movimiento Ciudadano, aliados del PRD, alcanzaron reintegro de una diputación cada uno; y se le dieron las gracias por participar a Nueva Alianza, Partido Humanista y Partido Encuentro Social.
Lo de Evaristo y Chucho Alí demuestra que ninguno tiene un capital político que les garantice votos suficientes para ganar por sí solos, lo que debe llevar a reflexionar a la nueva dirigencia del PRI que encabeza Dagoberto Lara Sedas: el PRI mantiene su voto duro.
Antes de mencionar los sufragios para la gubernatura, vale la pena citar que en 2015, en el municipio de Centro, el PRI tuvo 51,817 votos para Evaristo, que no fueron suficientes pues Gerardo Gaudiano Rovirosa, por el PRD, obtuvo 64,559 votos y ganó la alcaldía de Villahermosa.
Ahora —que con Alejandro Moreno Cárdenas en el liderazgo nacional, el PRI de Tabasco intenta, al menos, impedir que lo vuelvan arrollar en 2021 y, de ser posible, ser mayoría en 2024— es necesario analizar ese capital político en votos que se han reflejado en las candidaturas a gobernador.
En la debacle del 2012, los 466, 499 votos del PRI fueron insuficientes pues el PRD y sus aliados en el Movimiento Progresista por Tabasco (PRD, PT, MC), juntaron 547,663 sufragios, la más alta votación en la historia electoral tabasqueña.
Seis años antes, en 2006, Andrés Granier Melo ganó la gubernatura por el PRI, con 436,836 boletas cruzadas a favor del tricolor.
En el 2000, se le contabilizaron a Manuel Andrade Díaz 288, 860 votos y, al anularse esa elección, ganó nuevamente la gubernatura por el PRI, en elección extraordinaria en 2001, con 364, 680 sufragios.
Las cifras del 2018, cuando el tren arrolló con su 6 de 6 propuesto por AMLO, Adán Augusto López Hernández obtuvo la gubernatura con ¡601,987! boletas a favor de Morena, en la más grande asistencia tabasqueña a las urnas. El PRI, por las púas de los puercoespines, las traiciones y deslealtades quedó en tercer lugar pues al PRD, con Gerardo Gaudiano Rovirosa se le contaron 189,564 votos, siendo la víctima en esos comicios Gina Trujillo Zentella, la única que ni siquiera ha pensado dejar el PRI, partido en que su padre, don Mario Trujillo García, mantuvo lealtad.

El 2021 será la prueba para el PRI. Tiene a su favor que AMLO deja la percepción que ha defraudado “el rayito” de esperanza de los tabasqueños.