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Chucho Alí sigue

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TRANSPARENCIA
POLÍTICA
Por Erwin Macario

Chucho Alí sigue

Yo ya he dicho que el Nuevo
Tiempo tiene que ver, incluso,
más allá de los políticos o de
los partidos políticos. Que entre
todos hagamos cada quién su parte.
Jesús Alí 260512/ En Frontera

Ayer lunes, en desayuno de periodistas del Pentágono con Jesús Alí, fue obligado recordar la campaña electoral del 2012, cuando el voto de castigo al gobierno priísta y las traiciones al PRI, incluso desde el propio gobierno priísta de Andrés Granier, llevaron a ese partido a su primer derrota en Tabasco, en 80 años.

Fue el pueblo el que castigó al PRI y con ello a su candidato, que en otras circunstancias, con unidad y lealtades, hubiera logrado mantener el poder para ese partido. Los 466, 499 votos que logró Jesús Alí no fueron suficientes, a pesar que así se consideraba, para ganar de nuevo. Arturo Núñez Jiménez, candidato de la alianza partidista llamada Movimiento Progresista por Tabasco (PRD, PT, MC) dio paso para la alternancia y la posible transición. Los tabasqueños dieron al PRD y sus aliados 547,663 sufragios, la más alta votación en la historia electoral tabasqueña.

Antes de Arturo Núñez, primer gobernador que llega como oposición en Tabasco, pero que en realidad no es sino un producto activo del priísmo en que forjó su carrera dentro del sistema político mexicano, los gobernantes habían llegado, incluso, con menos del 51 por ciento que ANJ obtuvo de los votantes. Andrés Granier, en el 2006 —el candidato que llega con las expectativas más altas al grado que se decía que podría haber ganado hasta por el PRD en caso de que no lo postulara el PRI— obtuvo 436,836 boletas a su favor mientras César Raúl Ojeda, del PRD, logró sólo 355, 669.

En el 2000, se le contabilizaron a Manuel Andrade Díaz 288, 860 votos y al candidato perredista César Raúl Ojeda Zubieta 281,705. Lo apretado de la jornada electoral no fue la causa pero la elección se anuló y en la extraordinaria de 2001 los dos candidatos aumentan votos: 364, 680 para MAD y 330,721 para César Raúl Ojeda.

Como se ve, en tres elecciones anteriores, las del 2000, la extraordinaria del 2001 y la del 2006, ningún candidato a gobernador logró los votos que Jesús Alí, candidato a contracorriente por las traiciones priístas, consiguió en el 2012. ¿Se perdió ese capital político de Jesús Alí en esos comicios? Todo indica que no. Incluso en la debacle que el PRI parece no poder contener, su figura política surge con fuerza. Se le considera en ese partido, junto con la diputada federal Gina Trujillo, los más viables a la candidatura de ese partido para el 2018, aunque muchas, muchísimas voces aconsejarían al ex alcalde de Villahermosa a no aferrarse al cadáver insepulto de un partido que desde hace más de 25 años camina a su destrucción, origen desde de la traición incubada entonces contra el gobernador Salvador Neme Castillo.

Si bien en la carrera por la gubernatura hay gente que sin la mínima capacidad se apunta en la lista —de ti hablo Cuco—, el PRI tiene que lograr la unidad de todos los grupos para la contienda del 2018. Y eso se ve difícil. No se ponen siquiera de acuerdo en mantener o quitar al actual dirigente estatal, Miguel Ángel Valdivia de Dios, que por lo que parece fue mandado para sepulturero.

Ahora bien, la elección extraordinaria del municipio de Centro, el pasado mes de marzo, demostró —con una candidata perdida desde el principio, Liliana Madrigal— que en el PRI la unidad no es posible. Imponer candidatos ha sido el más grave error de ese partido. Antes se controlaba con las fuerzas del presidente de la República, la del presidente nacional partidista y la del gobernador. Ahora no hay gobernador priísta. El presidente del PRI estatal podría asumir esas facultades pero…

Una muestra más cercana al columnista se está dando estos días. En las reuniones de aspirantes priístas con el grupo Pentágono se ve en las redes que quienes les agreden son los propios priístas. Algunos con sus nombres. Otros en la cobardía de troles y hasta con algunos escribanos a sueldos.

 

Lo cierto es que tanto Gina Trujillo como Jesús Alí caminan por la libre dentro del PRI. Son los cangrejos que quieren salir de la canasta. Chucho Alí tiene no sólo el capital político que mostró en la elección pasada sino con una estructura que es garantía para una candidatura independiente o hasta para otro partido.