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Caprichosa y berrinchuda

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Caprichosa y berrinchuda

A rienda suelta

Por Luis Armando Mendoza Leciano.

Mimada por sus padres, luego de un episodio de esquizofrenia que, dicen, terminó en un intento de suicidio, Layda Sansores se convirtió en la niña caprichosa y berrinchuda que hoy, a pesar de sus casi 80 años, sigue siendo.
Por eso, sus actitudes reiteradas de violación a la ley, de rebeldía ante las normas jurídicas y de desacato a las autoridades han sido su conducta a lo largo de su vida.
Layda Sansores hace de la grosería su mejor argumento, como cuando desde la tribuna del Senado de la República mandó a «privatizar a la puta madre que los parió» a sus homólogos senadores, entre ellos a Raúl Pozos Lanz, su actual secretario de Educación.
O como cuando dijo «que chinguen a su madre» los que saquearon a Campeche, en referencia a los exgobernadores, incluido por supuesto su padre Carlos Sansores Pérez.
Por eso también su desacato a los resolutivos de los jueces federales que le prohibieron seguir difundiendo audios y mensajes de WhatsApp «truqueados» del presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas.
O su desacato a ofrecer disculpas a las diputadas federales del PRI contra las que cometió violencia política en razón de género, como se lo ordenó desde el 23 de noviembre pasado la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Caprichosa y berrinchuda, Layda Sansores respondió que no se disculpará.
«Si quieren prendan la hoguera, (porque) no me voy a disculpar», dijo, y no se ha disculpado, ni tampoco ha eliminado de sus redes las publicaciones en las que hizo alusión a las diputadas federales priistas.
Y todavía más, tildó de corruptos a los magistrados del TEPJF, a quienes acusó de recibir sobornos para dictar sentencia en su contra.
Y así, los campechanos han tenido que vivir 15 meses de un gobierno encabezado por una mujer que de pequeña fue la niña mimada de papi y mami y se convirtió en la niña caprichosa y berrinchuda que, a sus casi 80 años, todavía es.
PIAFIDOS: MUY DESESPERADOS se vieron los «periodistas» gubernamentales, los que cobran «chayo» pues, en deslindar inmediatamente al gobierno y al presidente López Obrador del atentado al periodista Ciro Gómez Leyva, con el argumento de no politizar el caso. Pero, ¿cómo no politizarlo, cuando ha sido el propio presidente el encargado de denostar a los periodistas críticos de su gobierno, como Ciro Gómez Leyva?… Y PARA muestra está que no tardó ni cuatro días del atentado contra Gómez Leyva y AMLO mostró su miseria humana al dedicarle otra vez sus injurias en su mañanera. Tenemos un miserable y un demente como presidente.