Todos los partidos políticos tenemos la obligación de tener un ideario, de construir la fórmula para resolver problemas y de diseñar un México mejor. Los militantes debemos hacer pedagogía, es decir, salir a la calle y convencer a los ciudadanos de que nuestras propuestas son las mejores.
El PRI decidió hace unos meses cambiar su propuesta política y abandonar el neoliberalismo, porque su perspectiva y su utilidad para México ya se agotó, y porque nos alejó de la gente. Por eso, tomamos el acuerdo, en nuestra XXIII Asamblea Nacional, de recuperar nuestras raíces para convertirnos en un partido de centro izquierda moderna, que responda a las nuevas realidades.
Esto, en términos prácticos, quiere decir que estamos reafirmando nuestra cercanía con la gente, reforzando nuestra presencia en el barrio, la colonia, la comunidad, el ejido, renovando nuestros vínculos con los trabajadores, los campesinos, el sector popular y organizaciones civiles, que hoy tienen un gran peso para el fortalecimiento de nuestra democracia. Retornamos con esfuerzo redoblado al trabajo de campo que nos hizo el mejor partido de México.
Somos de centro izquierda porque damos preponderancia a los derechos humanos y a una mejor distribución de la riqueza. Queremos esa justicia social con medicinas suficientes para todos, y gratis para los que menos tienen, en la que ningún niño tenga que morir de cáncer por falta de medicamento, en la que las personas con discapacidad vean realizado por completo su derecho a la accesibilidad, es decir, se compensen totalmente sus desventajas, de manera que tengan una efectiva igualdad de oportunidades.
Queremos proteger de manera integral y eficiente a los campesinos, los pequeños comerciantes, los estudiantes, las mujeres y los adultos mayores, especialmente aquellos que se encuentran en un estado de avanzada vejez.
Nos preocupamos por el cuidado del medio ambiente, y nos ocupamos, desde el Congreso de la Unión, por impulsar las mejores leyes para su protección. Queremos asimismo que las personas tengan plena libertad para amar, sin enfrentar obstáculos, ni sociales ni institucionales.
Sobre todo, privilegiamos la democracia, y por eso queremos que México mantenga el rumbo de ciudadanización del poder y la toma de decisiones que nos hemos forjamos a pulso durante las últimas décadas. No vamos a dejar que el INE pierda ni su autonomía ni la calidad ciudadana con que lo investimos los mexicanos, ni vamos a permitir que los tribunales electorales pierdan su imparcialidad. Pero sí queremos un Instituto austero, que racionalice su gasto.
Como pugnamos por una mejor distribución de la riqueza, queremos un sistema pensionario en el que todo mundo sea dueño de su futuro, sostenible a largo plazo, porque si bien estamos de acuerdo con los programas sociales, pues de hecho fue el PRI quien los introdujo a la Constitución, no creemos que sean la panacea para resolver la pobreza.
Los programas sociales deben servir para que las personas superen su condición de pobreza, y en ese sentido se les debe evaluar. México necesita que las políticas sociales tengan el objetivo superior de liberar a las personas de su condición de desventaja y respetar siempre la dignidad humana.
Queremos recuperar el IMSS y el ISSSTE, devolverles su fortaleza y los recursos de los que hoy carecen para atender a sus derechohabientes, que no tienen acceso a medicinas, ni de tratamiento convencional ni de importancia vital. Queremos que el estado garantice realmente la salud de los mexicanos, con un seguro universal del que nadie se quede al margen.
Somos un partido de centro izquierda moderna porque creemos que combatir inflación y la inseguridad son obligaciones, no opciones, del gobierno.
A la izquierda está el corazón, y el del PRI es grande y muy fuerte. Vamos por un México mejor.