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Santos apagó a la Máquina del Cruz Azul

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Con Agustín Marchesín como héroe y figura del encuentro, la Máquina de Cruz Azul no pudo hacer daño al arco de Santos y cayó en su casa por la mínima diferencia, sumando así un descalabro más que no le permite afianzarse en zona de Liguilla.

Por su parte, los de Zubeldia sacaron tres valiosos puntos del Estadio Azul, algo que no pasaba desde el 2013.

La máquina arrancó el duelo metiendo presión sobre los laguneros, quienes se salvaron de varias de peligro gracias a la actuación de Agustín Marchesín.

Guerrón anotó y ya celebraba con la afición al 36′, cuando el silbante José Alfredo Peñaloza lo anuló por posición adelantada y le sacó el cartón amarillo por recordarle el 10 de mayo al colegiado.

Santos trató de irse al contragolpe y al final hubo una pequeña riña entre Jesús corona quien salió para tratar de cerrar espacios al rival, mismo que cayó al césped, detonando el zafarrancho.

Fue justo en la recta final del primer tiempo que los de Zubeldía sorprendieron a los de Tomás Boy en un tiro de esquina donde Carlos izquierdoz remató al 42′ de cabeza y puso el 0-1 antes del descanso, mismo que fue definitivo.

Ya para la parte complementaria, mantenían la intensidad tanto en la cancha como en las bancas.

Por un momento Santos se dedicó a defenderse del ataque celeste que buscaba la igualada, pero Marchesín se portaba como el héroe que dio dolor de cabeza a los de casa; Guerrón mandó un disparo que el portero lagunero rechazó evitando el 1-1, mientras Corona miraba el duelo desde su arco.

Los de Boy no dejaron de presionar e incluso de encerrar por varios minutos a los de la Comarca, y al 80′, de nueva cuenta el silbante anuló un gol de Guerrón por una supuesta falta, lo que causó el grito de «culero, culero» por parte de la afición ante la desventaja.

Al final, una polémica decisión de Peñaloza acabó por hacer explotar a Guerrón y expulsarlo. El silbante aparentemente había marcado penal a favor de Cruz Azul, pero cambió de opinión para decretar falta del ecuatoriano, amonestarlo y echarlo con la roja.

El silbatazo final llegó después. Más de lo mismo con una Máquina que ya no sabe qué es festejar desde hace seis juegos y unos Guerreros que se enfilan para la Fiesta Grande.

 

[MEDIOTIEMPO]