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Nace cebra en el Yumká

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“Nos dimos cuenta que estaba gordita, pero no sabíamos si estaba preñada”, contó una de las encargadas del mantenimiento de las cebras. Sin embargo, durante el recorrido matinal que se da por las instalaciones donde cohabita esta especie, se confirmó que estaba próxima a parir.

 

“Teníamos la sospecha de que estaba gestante, pero no podíamos acercarnos para hacerle pruebas de laboratorio”, explicó la jefa del Departamento de Imagenología y Laboratorio del Yumká,  Adriana Michel Oliver Zarate. Y la suposición se confirmó dos meses antes de la fecha del nacimiento.

 

La madruga del reciente 7 de septiembre, el día fue diferente en esta reserva ecológica; el hallazgo de un pequeño animal con rayas negras y blancas, postrado entre especies silvestres, sorprendió a los empleados cuando caminaban para alimentarlas.

 

Antes del amanecer, a las 5:40 de la madrugada, la penumbra fue testigo del alumbramiento. Los primeros rayos de luz confirmaron que un macho había nacido vivo y estaba en el regazo de su madre.

 

“Desde el primer momento la madre le da de amamantar; estos animales lactan aproximadamente un año”, detalló Oliver Zárate, e informó que empiezan a comer pastura a las dos semanas de nacidos.

 

Este es un hecho sin precedentes en el Centro de Interpretación y Convivencia con la Naturaleza (CICN), donde las cebras tienen un periodo de vida de hasta cuarenta años, a diferencia  de cuando están en libertad, donde sólo sobreviven unos veinte años por los depredadores, comentó.

 

Las cebras del Yumká tienen alrededor de veinte años, dijo y refirió que antes, como eran juveniles todavía no eran aptas para reproducirse, pero ahora ya son adultas y pueden quedar gestantes, y éste fue uno de los casos.

 

El éxito de este acontecimiento se debió al alimento y el espacio con el que cuentan las especies, y que permitió las condiciones óptimas para el alumbramiento del pollino.

 

La dulce espera tuvo una duración de alrededor de doce meses, periodo de gestación de las cebras de Grant, procedentes del sureste de África; ahora esta reserva tiene dos hembras, un macho y un recién nacido de la especie.

 

Por naturaleza, en la vida de la fauna silvestre, son animales autónomos e independientes; por ello no se le dan tantos cuidados, abundó Adriana Michel Oliver, y comentó que desde el nacimiento la madre se encarga de cuidar a su cría.

 

Algunos curiosos preguntaron dónde se puede ver de cerca a la cebra y su potrillo, y cuál era el nombre del recién nacido. La respuesta es que serán los tabasqueños quienes, mediante un concurso, elijan el nombre más original para este nuevo integrante del Yumká.

 

Según expresaron los trabajadores, con la nueva cría la sensación de querer recibir más ejemplares crece, pero será hasta dentro de dos años cuando se pudiera volver a tener otro ejemplar.