AMLO, el demagogo
A rienda suelta.
Por Luis Armando Mendoza Leciano.
Un somero análisis de su comportamiento como presidente y su intención de reformar la Constitución para desaparecer al Instituto Nacional Electoral son suficientes para darse cuenta de que Andrés Manuel López Obrador es un demagogo.
Para empezar, ya en el poder López Obrador incurre en los mismos vicios que antes como opositor criticaba.
Como recordatorio, aún circula en redes un video de una entrevista en la que López Obrador cuestionaba la estrategia del PRI de utilizar los programas sociales para obtener votos, la misma que él utiliza ahora con el mismo objetivo.
También se quejaba de que cuando era opositor era espiado por el gobierno, pero ahora su gobierno espía a sus adversarios políticos para extorsionarlos.
Por otro lado, la oposición, de la que formó parte López Obrador, presionó siempre al partido en el gobierno para que se diera voz en el Congreso (la Cámara de Diputados y el Senado de la República) a las minorías.
Así fue como surgieron las diputaciones de representación proporcional, conocidas como plurinominales en el caso de la Cámara de Diputados y como de primera minoría en el caso del Senado de la República.
De la misma manera siempre fue exigencia de la oposición la ciudadanización de la Comisión Nacional Electoral, que era el órgano encargado de organizar los procesos electorales y que dependía directamente de la Secretaría de Gobernación, es decir del mismo gobierno.
Así fue también como en 1996 nació el Instituto Federal Electoral cuyos consejeros eran electos por el Congreso a propuesta de los partidos políticos y que cuatro años más tarde permitiría la primera alternancia política en el país.
Vale resaltar que ninguna de esas dos aspiraciones democráticas hubiesen sido realidad sin la voluntad política de una apertura de parte del gobierno y del PRI como partido hegemónico durante varias décadas.
Y ahora resulta que López Obrador quiere desaparecer aquello por lo que la oposición luchó toda la vida.
Su pretendida Reforma Electoral, enfocada a desaparecer las diputaciones plurinominales y las senadurías de primera minoría, trastocan el espíritu democrático que las impulsó y permitió su creación.
Y el mismo sentido retrógrada tiene su intención de desaparecer el Instituto Nacional Electoral y crear un órgano que dependa nuevamente de la Secretaría de Gobernación.
Ambas intenciones, evidentemente antidemocráticas, confirman que López Obrador es un demagogo y no el demócrata que siempre ha presumido ser.
PIAFIDOS: NO CUMPLE ni un año de haber asumido el cargo como gobernadora de Campeche y ya Layda Sansores fue reprobada por los campechanos. Dos encuestas, una de «Arias Consultores» y otra de «Info Point», la primera de junio y la segunda de julio, arrojan resultados nada buenos para la gobernadora espuria. De hecho, la de «Arias Consultores», con un 13.7 por ciento de aprobación, la ubica entre los cinco gobernadores de Morena peor calificados. Y cualquiera se preguntaría ¿y los 139 mil campechanos que votaron por ella?… Y NO ES EXTRAÑO que Layda Sansores sea reprobada por los campechanos, pues incluso muchos de los que votaron por ella se han dado cuenta que está a punto de cumplirse un mal año para Campeche en todos los indicadores económicos, mientras la gobernadora espuria se dedica a dilapidar los recursos públicos en divertirse en su talk show donde emula a Laura Bozzo.