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Costarricenses definen en las urnas entre un predicador y un izquierdista

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Los costarricenses votaron el domingo para elegir presidente entre un predicador evangélico y un intelectual de izquierda, tras una campaña donde el debate religioso eclipsó la discusión sobre el creciente déficit fiscal, la criminalidad récord y la persistente pobreza en el país centroamericano.

El exdiputado y cantante cristiano Fabricio Alvarado Muñoz aglutinó a los sectores conservadores del país buscando sacar del poder al oficialismo de centroizquierda liderado por su rival, el exministro Carlos Alvarado Quesada, y revertir la agenda progresista del saliente presidente Luis Guillermo Solís.

Unos 3,3 millones de electores estuvieron convocados a votar en una jornada que empezaba a finalizar con el cierre de urnas desde las 18.00 hora local (0000 GMT del lunes).

A diferencia de la primera vuelta, cuando acudieron a las urnas un 65 por ciento de los registrados, la participación se habría visto afectada por los festivos de Semana Santa, que son aprovechados por muchos costarricenses para ir a la playa.

“Yo no iba a votar, pero pensé que es bueno darle oportunidad a este muchacho Fabricio (Alvarado) para probar con un nuevo cambio, porque el de 2014 nos defraudó”, dijo Héctor Quesada, de 30 años, saliendo de depositar su voto en una escuela de la provincia central de Alajuela.

Pero a varios kilómetros de ahí, en el acomodado distrito de Santa Ana al este de la capital, David Soto, un gerente de una empresa de diseño de 42 años, dijo que había votado por el aspirante oficialista Carlos Alvarado Quesada.

“Cualquiera que vio los debates vio la diferencia entre los candidatos. Espero que no nos pase como a Estados Unidos, que pudieron elegir a una mujer preparada y votaron por ese señor que los está llevando al desastre”, comentó Soto.

Los sondeos previos a la elección no arrojaban un escenario unánime. Los resultados preliminares serían divulgados por el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) unas dos horas después del cierre de los colegios electorales.

 

ATAQUES Y DIVISIÓN

Alvarado Muñoz, exreportero de TV de 43 años, fue el candidato revelación tras imponerse en la primera ronda de febrero con su promesa de sacar a Costa Rica de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que ordenó legalizar el matrimonio igualitario en un país de mayoría conservadora.

El carismático aspirante conservador también cosecha adeptos en zonas rurales de las provincias costeras y fronterizas donde se concentra el 20 por ciento más pobre del país, y de un sector de clase media furioso con los escándalos de corrupción que salpicaron al gobernante Partido Acción Ciudadana (PAC).

“No me avergüenza decir que no tengo título y que no hablo varios idiomas (…) no me avergüenza decir que represento a la gente más pobre de este país (y) no me avergüenza decir que amo profundamente a Dios y que le oro todos los días”, dijo la semana pasada el candidato, que ha rechazado ser “homófobo”.

Alvarado Quesada, por su parte, también logró un inesperado pase a segunda ronda después de que la amenaza conservadora reactivara a las bases progresistas, desmotivadas por las frustradas promesas de cambio de Solís y el PAC cuando pusieron fin a cuatro décadas de bipartidismo en la elección de 2014.

Pero su campaña se vio lastrada por el desempeño mixto del gobierno de centroizquierda de Solís, donde ocupó las carteras de Trabajo y de Desarrollo Social, cuyos hitos -como el récord de turistas, de exportaciones y de inversión- quedaron en segundo plano frente a los casos de corrupción y los fracasos en temas económicos, como el fiscal o el empleo público.

“Lo que no podemos es ir para atrás, esa es la gran amenaza”, dijo el domingo el novelista y politólogo de 38 años, que aspira a convertirse en el presidente más joven en la historia de Costa Rica.

“Terminamos esta maravillosa jornada electoral, convencidos de que estamos del lado correcto de la historia. Gracias por responder al llamado de la patria, por soñar y construir hombro a hombro el país del futuro”, escribió más tarde por Twitter.

El auge de su contrincante ha sido una muestra más de la creciente influencia en América de las iglesias protestantes, que vienen ganando terreno a costa del catolicismo.

 

Pero parte del electorado llegó a las urnas indeciso ante la irrupción de la fe en la arena política por primera vez en más de un siglo en un país orgulloso de ser bastión progresista de Centroamérica tras haber abolido el Ejército e impulsado políticas ecológicas.

“Vamos a quedar muy divididos. La campaña ha dividido a los mismos hogares”, aseguró, tras depositar su voto, Óscar Arias, expresidente de Costa Rica y premio Nobel de la Paz de 77 años. “A partir de hoy pasamos la página (…) Lo que tenemos que saber es curar las heridas”. (Reuters).