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May y la verdad

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TRANSPARENCIA
POLÍTICA
Erwin Macario

May y la verdad

Si un derecho tiene el gobernador Javier May Rodríguez es que sus servidores en su gobierno le hablen con la verdad para fortalecer el conocimiento que él tiene de la realidad de Tabasco.
Por propia experiencia sabe que el odio —que no enemistad política— hacia su persona de parte del actual jefe del Senado es el principal problema que enfrentará en su gobierno, si no logra desmantelar la red de traidores tejida desde su campaña a gobernador.
Si bien Adán Augusto López Hernández no pudo siquiera ejercer el veto, y mucho menos el voto, contra May, sí llegó al extremo de ejercer la violencia delincuencial bajo su mando, como se vio a finales de su gobierno y se extiende estos primeros días del sexenio de Javier May.
Ante esto, no pueden sus funcionarios ocultar la verdad o mentirle. El propio gran Maquiavelo, a quien Baruch Spinoza llamó agudo, sabio y prudente, escribió: Los otros han estado tratando de cosas imaginarias que no hemos visto nunca, yo trataré de la verdad efectiva de las cosas.
También: Durante mucho de tiempo no he dicho lo que pensaba ni he creído lo que decía. Y si a veces he dicho la verdad, la he escondido bajo tantas mentiras que es difícil de encontrar.
Es en el sector de seguridad pública donde más debe brillar la verdad que se ocultó durante el gobierno adancista, escondiendo hechos criminales que los tabasqueños conocían sólo por la cercanía de los lugares donde sucedían, pero no aparecía en los informes policiacos ni en la prensa escrita y otros medios.
Un botón actual: hace unas horas fue atacada e incendiada una tienda Sánchez, negocio que, por cierto, disfrutó las mieles del adancismo e incluso quiso usarse como banco de la nómina de gobierno, pagando con vales Sánchez a los burócratas.
Ese acto agudiza los asaltos a esa cadena de tienda pero también recrudece la presión de la delincuencia organizada a través de quemas de autos y colocación de puyas ponchadoras en las carreteras de Tabasco y avenidas de Villahermosa.
Está bien, quizás, que no pueda evitarse que las autoridades del sector seguridad guarden el secreto de Adán Augusto, como lo hizo Fouche con el emperador Napoléon, toda proporción guardada, pero éste es ya el gobierno de May y Claudia Sheinbaum.