Testigo fiel
Por: Jesús Torres
Periodismo de luto, otra vez
En un ataque directo ayer el periodista y fotógrafo, Salomón Ordóñez fue ultimado en el municipio de Cuetzalan, ubicado en la Sierra Norte de Puebla.
El comunicador fue fundador de la página Shalom Cuetzalan Producciones, proyecto digital dedicado a la difusión de noticias.
Se trata del sexto periodista que es asesinado en casi nueve meses de gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo y el número 53 desde que Morena llegó al poder con López Obrador.
El crimen de Salomón Ordóñez se suma a la larga lista de 172 homicidios de periodistas documentado desde el año 2000 por Article 19, organismo defensor de la libertad de expresión en México.
Mientras ayer en la Cámara de Diputados se guardaba un minuto de silencio por el asesinato del periodista, en Palacio Nacional quienes cubren las mañaneras festejaban el cumpleaños de Sheinbaum Pardo con regalos y partida de pastel.
El hecho se da en un estado donde el gobernador morenista, Alejandro Armenta impulsó una reforma al Código Penal para tipificar el delito de ciberasedio que atenta contra la libertad de expresión.
Así como la reciente represión que sufrió el exdirector del periódico Tribuna de Campeche, Jorge González Valdez quien aparte de haber sido agredido por la policía fue vinculado a proceso por el delito de incitación al odio contra la gobernadora, Layda Sansores.
Aunado eso, el embargo de sus propiedades en garantía de una sanción económica de hasta 2 millones de pesos por el daño moral provocado a la mandataria morenista.
Si México está considerado el país más peligroso para ejercer el periodismo, a eso habría que sumarle el intento cada vez más frecuente de las autoridades de Morena en algunas entidades de la república, además de Puebla y Campeche, por acallar las voces críticas o cuestionamientos en contra del gobierno.
En paralelo, en el Senado se cocina la Ley de Telecomunicaciones enviada por Sheinbaum Pardo, denominada por la oposición como ‘Ley Censura’ que pretende bloquear plataformas digitales, censurar contenidos y acceder a información privada sin un control judicial adecuado.
Así las cosas, hoy por hoy el periodismo, y quienes ejercen esta actividad, no sólo viven bajo la amenaza de ser silenciados por las balas de la delincuencia, sino también por los intentos de una mordaza en este gobierno que atenta contra la libertad de expresión y la democracia.
La tentación por el control total de las cosas cada vez es más que evidente.