El Papa Francisco oró el sábado frente al cuerpo de uno de los santos más populares del Catolicismo, el Padre Pío, un monje místico que se dice que luchó contra el Diablo.
Fue la primera visita del religioso argentino como pontífice a esta localidad montañosa del sur de Italia, una de las principales escalas en la ruta de peregrinaje que une los lugares en que están enterrados los santos en el país.
Según la Iglesia Católica, el barbudo monje capuchino, que falleció en 1968 tras pasar la mayor parte de su vida aquí, tenía “estigmas”, las heridas sangrantes que tenía Jesús en sus manos y pies. Llevaba guantes marrones con los dedos al aire para cubrir las heridas y absorber la sangre de sus palmas.
Muchas personas decían que el Padre Pío sabía lo que iban a confesarle. Se asegura que dijo al entonces obispo polaco Karol Wojytla a mediados de los años 60 que se convertiría en Papa, algo que ocurrió en 1978 bajo el nombre de Juan Pablo II, quien acabó canonizándole en 2002.
Los biógrafos del Padre Pío afirman que combatió con el Diablo de manera regular en su celda en un pequeño monasterio que es ahora el centro neurálgico de un creciente complejo que recibe más de un millón de peregrinos al año.
Francisco hizo referencia a las batallas del monje con el Demonio más temprano el sábado, cuando visitó Pietrelcina, la aldea en la que nació el Padre Pío en 1887. “Su alma sufrió mucho tormento”, declaró el Papa en unos comentarios improvisados. “Se sintió asaltado por el Diablo”.
Según los monjes, la última de estas luchas fue en 1964, cuando le escucharon llamándoles desde su celda por la noche. Le hallaron en el suelo, con la frente abierta, y les dijo: “El Demonio intentó sacarme los ojos”. Al día siguiente, se dice que el Diablo habló a través de una persona poseída, afirmando que “vine a visitar a alguien y me vengué”.
El cuerpo del Padre Pío fue exhumado en 2008 y parcialmente reconstruido con una realista máscara de silicona, y está preservado en una urna de cristal a temperatura controlada. Los miles de peregrinos que acuden al lugar le echan monedas y billetes a través de una verja de hierro. (Reuters).
