México ensangrentado
A rienda suelta
Por Luis Armando Mendoza Leciano
El 5 de octubre pasado México vivió un día sangriento.
Ese día se registraron en el país, a diferentes horas y en estados distintos, varios hechos de sangre que arrojaron al menos 30 víctimas.
Por un lado, el ataque de un grupo armado al Palacio Municipal de San Miguel Totolapan, Guerrero, dejó un saldo de por lo menos 25 muertos, entre ellos el alcalde Conrado Mendoza Almeda, su padre Juan Mendoza Acosta, 7 policías y 16 civiles, la mayoría empleados del Ayuntamiento.
Ese mismo día la diputada local de Morelos, Gabriela Marín, fue ejecutada en Cuernavaca por dos sujetos armados a bordo de una motocicleta, en un atentado en el estacionamiento de una farmacia, en el que resultó herido su chofer.
Otro hecho más se registró en Salina Cruz, Oaxaca, donde una persona identificada sólo como Adriana y que al parecer era encargada de Pipas-Pemex, fue ejecutada por un comando armado cuando viajaba en su camioneta sobre la Calzada Refinería, a dos minutos de la entrada a la refinería «Ing. Antonio Dovalí Jaime».
Una ráfaga con armas de alto calibre cegó la vida de Adriana instantáneamente.
Según la información difundida Adriana había recibido amenazas de muerte por negarse a permitir el acceso de pipas de bandas criminales dedicadas al «huachicol» para el robo de combustibles.
No fueron los únicos casos de crímenes registrados ese día, pero esos tres hechos resaltaron por la brutalidad y sangre fría con que fueron ejecutados.
Y esos casos sirven para dimensionar el clima de inseguridad en el que vive el país y la fallida estrategia del gobierno de López Obrador para enfrentar a la delincuencia organizada.
México se desangra cada día frente a la indolencia de un gobierno que desde que inició no ha tenido un plan para pacificar al país, sino que ve en la alta criminalidad el pretexto para militarizar todo el territorio nacional con otros fines ajenos a garantizar la seguridad de los mexicanos.
PIAFIDO: UN HECHO gravísimo que no debe ignorarse se registró recientemente en una de las escuelas privadas más importantes de la ciudad. De acuerdo a la información que trascendió, un estudiante del tercer grado de secundaria del Colegio Particular «Miguel Hidalgo» introdujo a ese plantel un arma de fuego con la que amenazó a sus compañeros. Los asustados estudiantes reportaron el hecho a sus padres, quienes alertaron de la situación a la dirección del colegio y al revisar la mochila comprobaron que efectivamente había una pistola. Las autoridades del colegio mantuvieron durante días en el hermetismo el suceso y seis días después la Secretaría de Educación lo negó en un escueto comunicado. Pero padres de familia del Colegio «Miguel Hidalgo» aseguraron a este columnista que el hecho sí ocurrió. Así que Raúl Pozos trata de ocultar un hecho grave que exhibe su incapacidad o se está protegiendo la identidad de la familia del estudiante infractor. Lo que sea, el riesgo de una tragedia entre la comunidad estudiantil persiste y los responsables serán las autoridades educativas. Que no digan después que no se les advirtió.
