José Antonio Meade renunció el lunes a su cargo al frente de la Secretaría de Hacienda de México para buscar la candidatura a la presidencia del próximo año por el gobernante PRI, en un anuncio que fue bien recibido por los mercados del país.
Meade, un doctor en Economía de 48 años, es percibido como un político conciliador y como un garante de la continuidad de políticas económicas actuales y quien además no se ha visto involucrado en escándalos de corrupción que han golpeado al Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.
“Voy a solicitar mi registro como precandidato a la presidencia de la República por el Partido Revolucionario Institucional”, dijo Meade en un discurso en el que entregó la cartera de Hacienda a su amigo José Antonio González Anaya, quien fue nombrado por Peña.
“Lo hago tras 20 años de servir a mi país de manera ininterrumpida en integridad y honradez”, agregó. Más tarde se reunió con las mayores centrales obreras y campesinas del PRI, como parte del ritual partidista de los candidatos.
En caso de convertirse en el abanderado del PRI, Meade enfrentaría en las urnas al veterano líder izquierdista Andrés Manuel López Obrador, favorito en los sondeos, y quien es considerado por dirigentes del PRI como el enemigo a vencer.
Aunque Meade deberá registrarse como aspirante a inicios de diciembre, el PRI elegirá oficialmente a su candidato el 18 de febrero. No se espera realmente que alguien más se inscriba para competir por la postulación del partido.
El PRI es famoso por la “disciplina partidista” con la que sus militantes adoptan las decisiones de la cúpula pese a la oposición interna que pudiera haber. El presidente en turno tiene un gran peso en la decisión del candidato al que se le conoce coloquialmente como “tapado”.
“Lo de Meade ni a destape llega. Lo pronosticamos. Además de corruptos, se han vuelto muy predecibles”, dijo López Obrador en su cuenta de Twitter tras conocerse la intención de Meade de ir por la candidatura priísta.
Pese a que no es militante del PRI, Meade puede convertirse en el abanderado oficialista gracias a una reciente modificación de las reglas para permitir coaliciones y tener candidatos presidenciales que no pertenezcan a la organización política.
“Ha sido un colaborador entregado a las responsabilidades que se le han confiado (…) se ha entregado a estas responsabilidades con una gran vocación de servicio y con un enorme compromiso con México”, dijo Peña tras aceptar la renuncia de Meade por la mañana.
“Muchas felicidades ‘Pepe’ y el mayor de los éxitos”, añadió Peña dirigiéndose al exfuncionario en un tono familiar.
Tras encabezar las secretarías de Energía en 2011 y de Hacienda entre 2011 y 2012 durante la administración del expresidente Felipe Calderón, del conservador Partido Acción Nacional (PAN), Meade se sumó al gobierno de Peña en 2012 como secretario de Relaciones Exteriores, cargo que ocupó hasta agosto del 2015 para asumir la titularidad de Desarrollo Social.
Desde septiembre del 2016 estaba al frente de Hacienda.
“La decisión de Peña Nieto a favor de Meade sella uno de los pilares más importantes de la estrategia del PRI para 2018: seleccionar un candidato que esté libre de corrupción (aparentemente) y no esté estrechamente asociado con el PRI”, dijo la consultora Teneo Intelligence, en un reporte.
Por su parte, González Anaya es doctor en Economía por la Universidad de Harvard; fue subsecretario de Ingresos los seis años del gobierno de Calderón.
Antes de ser director de Pemex tenía a su cargo el instituto de seguridad social de los trabajadores privados, el IMSS; está emparentado por matrimonio con el influyente expresidente Carlos Salinas de Gortari.
González Anaya fue sustituido en Pemex por Carlos Treviño, anteriormente director corporativo de administración y servicios de la empresa. (Reuters).