El trastorno del sistema político y de gobierno ha marcado los primeros 100 días de la administración del presidente Donald Trump, una gestión sin logros legislativos, con una victoria aún bajo sospecha y la más baja aprobación para un mandatario en este corto periodo.
Aunque la mayoría de los análisis han coincidido en dar una calificación negativa a la gestión inicial de Trump, tanto el mandatario –que calificó de «ridícula» la medición- como la Casa Blanca han buscado proyectar una etapa de rotundo éxito, acusando a la prensa de promover una falsa narrativa.
“Estamos avanzando terriblemente bien. Estamos haciendo muchas cosas. No creo que haya habido nunca algo como esto. Es un estándar falso, 100 días, pero tengo que decir, no creo que nadie haya hecho lo que hemos podido hacer en 100 días, así que estamos muy contentos”, dijo Trump este viernes a reporteros en la Casa Blanca.
Si bien el mandatario ha firmado más de 30 órdenes ejecutivas desde el 25 de enero pasado, no ha podido estampar su firma en ninguna iniciativa legislativa hasta ahora, en contraste con las 11 que el presidente Barack Obama había promulgada para estas fechas, al inicio de su primera administración.
Menos de una semana después de que asumió la presidencia el 20 de enero pasado, Trump firmó una orden ejecutiva mediante la cual retiró a Estados Unidos del Tratado de Asociación Transpacífico (TTP), y por separado revertió varias de las regulaciones implementadas por Obama.
Su amenaza de sacar de manera unilateral a Estados Unidos del Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) no prosperó tras las presiones al interior de su gabinete y de líderes empresariales, optando por buscar un nuevo acuerdo con México y Canadá mediante una renegociación.
Trump ordenó igualmente el reinicio de la construcción de dos controversiales oleoductos cancelados por la administración anterior, y nominó al frente de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) a un político que ha rechazando la existencia del cambio climático, y quien combatió en las cortes a la misma entidad que ahora preside.
El desdén de Trump por el orden establecido fue la razón aparente por la que propuso igualmente como secretario de Energía al ex gobernador de Texas, Rick Perry, quien como aspirante a la nominación presidencial republicana propuso la eliminación de esa dependencia.
El mandatario dio igualmente luz verde a la construcción del muro en la frontera con México insistiendo en que el país vecino deberá pagar por la obra, cuyo costo podría alcanzar los 21 mil millones de dólares, y ordenó la intensificación de las redadas ampliando los poderes de los agentes migratorios.
Estas acciones resonaron fuerte entre quienes componen su base electoral, compuesta mayormente por conservadores, 96 por ciento de los cuales declararon que volverían a votar por él si las elecciones tuvieran lugar hoy.
Sin embargo, a nivel general el mandatario enfrenta una desaprobación por parte de la mayoría de estadunidenses, quienes ven en él un agente de polarización que ha acentuado la división que el país ha vivido en los pasados ocho años.
Un sondeo de la televisora ABC y el diario The Washington Post mostró que apenas 42 por ciento de los estadunidenses aprueban su trabajo como presidente, el más bajo entre los mandatarios en más de seis décadas, en tanto que un 53 por ciento lo reprobaron.
Más allá de los anuncios espectaculares y las ceremonias en que ha firmado sus órdenes ejecutivas, Trump llegará a los primeros 100 días sin un sólo logro legislativo y con reveses judiciales, que en algunos casos evidenciaron disfunción y falta de coordinación al interior de su gobierno.
La primera de sus órdenes ejecutivas prohibiendo el ingreso a Estados Unidos de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana fue suspendía por una corte federal, como sucedió con la segunda, a pesar de la exclusión de los ciudadanos de Irak.
El caos en la implementación de la primera de esas órdenes fue tal que el secretario de Seguridad Interna (DHS), John Kelly, fue llamado a testificar ante el Congreso, tras los reportes sobre las detenciones de residentes legales que retornaban al país de sus naciones de origen.
Esta semana, en un nuevo revés para su gobierno, un juez federal en San Francisco bloqueó el decreto de Trump bajo el cual amenazó recortar el financiamiento a las “ciudades santuario” que rehúsen cooperar con las autoridades de migración, al determinar que el mandatario no tiene la autoridad constitucional para ello.
El mayor tropiezo, sin embargo, fue el fracaso de los republicanos en el Congreso para aprobar una ley para desmantelar y sustituir la Ley Asequible de Salud o Obamacare, una de las principales promesas ofrecidas por el mandatario en la campaña presidencial.
El malestar de Trump ante la negativa de la fracción más conservadora en la Cámara de Representantes para apoyar la iniciativa impulsada por el liderazgo republicano, generó tensiones y recriminaciones que dejaron expuestas las divisiones al interior de la bancada para alcanzar un acuerdo favorable.
Uno de los logros que el mandatario ha podido ofrecer hasta ahora fue la confirmación del juez Neil Gursuch como nuevo magistrado de la Suprema Corte de Justicia, aunque ello fue posible sólo después que los republicanos modificaron las reglas para hacer por mayoría simple y no los 60 votos que eran requeridos antes.
Trump ha enfrentado escándalos como los nexos entre miembros de su campaña y Rusia, los cuales resultaron en el despido del teniente general Michael Flynn como asesor de Seguridad Nacional, tras confirmarse que mintió al vicepresidente Mike Pence sobre sus contactos con el embajador ruso ante la Casa Blanca.
Los alcances e implicaciones de esos contactos han mantenido vivas las sospechas sobre el efecto que pudo tener sobre su triunfo electoral la campaña de informaciones falsas promovidas por Rusia, en adición al «hackeo» conducido contra individuos e instituciones durante la campaña.
En una audiencia en el Congreso en marzo pasado, el director de la Oficina Federal de Investigaciones, James Comey, dijo que esas actividades tuvieron como propósito socavar la credibilidad de la democracia estadunidense y ayudar la candidatura de Trump.
“Ellos (los rusos) querían herir nuestra democracia, hacerle daño, lastimarla (a Hillary Clinton), ayudarlo a él (a Trump)”, dijo entonces ante miembros del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes.
Contrario a lo que se anticipaba tras sus repetidos halagos hacia el presidente ruso Vladimir Putin durante la campaña presidencial, Trump ha buscado un acercamiento con China para resolver la reavivada crisis nuclear con Corea del Norte.
Por separado el mandatario ha dejado en claro que la suya no será una política exterior paciente, y así lo reafirmó su orden para atacar con misiles una base militar en Siria y su amago para dejar sin efecto el acuerdo nuclear alcanzado en el 2015 entre Irán y las naciones que integraron el grupo 5+1, del que Estados Unidos formó parte. (Notimex).