Testigo fiel
Por: Jesús Torres
Las agresiones a la prensa, desde Palacio
Mientras que desde Palacio Nacional se alimenta el odio contra periodistas y medios de comunicación, un día sí y el otro también, México continúa ubicándose como el país más mortífero para ejercer esta actividad en los que va del sexenio de Andrés Manuel López Obrador.
Sólo a inicios de este año ya se contabilizan cuatro ejecuciones de periodistas, incluido el hijo del director de una página de información de Tijuana a quien mataron a balazos en las afueras de su domicilio apenas el domingo pasado.
En lo que va de este gobierno 57 comunicadores han sido ultimados y cuatro más se reportan como desaparecidos, la cifra más alta en comparación con las administraciones de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Quienes conocen a López Obrador saben que su animadversión hacia la prensa no es de ahorita, data desde que el originario de Macuspana buscaba la gubernatura de Tabasco en 1994.
En sus mítines arengaba a sus seguidores a ver a los periodistas como enemigos de su movimiento, los calificaba de prensa vendida y chayoteros. Desde entonces su discurso no ha variado, al contrario ya en el poder continúa estigmatizándolos.
Tan sólo el año pasado la organización Artículo 19 documentó 362 agresiones a periodistas y medios de comunicación, los cuales podrían enmarcarse en esta campaña de odio.
La semana pasada, un reportaje de Latinus basado en una investigación de la asociación civil, Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, que develaba la forma de vivir del hijo mayor de AMLO en Houston, Texas y que contrastaba con su discurso de austeridad, hizo que el tabasqueño subiera el torno en sus ataques a la prensa.
Al inquilino de Palacio Nacional no le gustó nadita que a su vástago se le involucrara en un conflicto de interés y de paso que se diera a conocer que la petrolera Pemex, adjudicó a la empresa Baker Hughes 3 mil 900 millones de pesos en los primeros 5 meses en que José Ramón López Beltrán ocupó la lujosa casa en Houston.
Desde entonces AMLO se dedicó a despotricar en contra del conductor de Latinus, Carlos Loret de Mola y de Brozo así como la periodista Carmen Aristegui a quien acusó de ser ‘paladina de la libertad’ y favorecer al bloque conservador.
En medio de estos ataques a comunicadores, la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) urgió a López Obrador suspender la sección ‘Quién es quién en las mentiras’ por contribuir a la violencia del gremio periodístico.
Lo cierto es que desde su atril, el tabasqueño seguirá propiciando un clima de violencia en contra la prensa cada vez que se le critique o se ventilen actos de corrupción en su gobierno y su familia. Ese ha sido siempre su estilo, a costa de lo que sea.