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La trampa disfrazada de “democracia”

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Testigo fiel
Por: Jesús Torres
La trampa disfrazada de “democracia”

La propuesta de Morena para empatar la revocación de mandato con las elecciones de 2027 se presenta como un ejercicio de “profundización democrática”.

Pero basta rascar un poco para descubrir que detrás del discurso participativo se esconde una maniobra política que amenaza la estabilidad institucional, distorsiona la voluntad ciudadana y debilita los contrapesos que sostienen a la incipiente democracia mexicana.

No se trata de un simple ajuste al calendario electoral. Es un cambio que reconfigura el terreno político a favor del partido en el poder, aprovechando su maquinaria electoral, su influencia presupuestal y su capacidad de movilización para convertir un instrumento ciudadano en un arma partidista.

La revocación de mandato nació como un mecanismo ciudadano para evaluar a mitad del camino a un gobernante. Su espíritu era claro, permitir que la ciudadanía, de manera organizada e independiente, pudiera exigir cuentas y remover a un presidente incapaz o autoritario.

Pero Morena quiere transformar este derecho en un accesorio electoral más, fusionándolo con una contienda donde el oficialismo suele desplegar todo el peso del aparato gubernamental.

La pregunta es obvia, ¿cómo puede haber una evaluación imparcial del gobierno cuando simultáneamente se disputa la continuidad del mismo proyecto político? La respuesta también es obvia: no puede.

El oficialismo, beneficiado por la logística de una elección nacional, tendría todos los incentivos para convertir la revocación en un plebiscito propagandístico, no en un verdadero ejercicio de rendición de cuentas.

Empatar la revocación con comicios ordinarios supone mezclar mensajes, agendas y emociones políticas.

En una misma boleta se pediría al ciudadano decidir si continúa el gobierno en turno y al mismo tiempo votar por quienes competirán para sustituirlo.

El resultado será confusión, polarización y un electorado sobrecargado de información contradictoria.

La boleta se convertiría en un arma narrativa y quien vote por la continuidad del proyecto presidencial será invitado a apoyar al mismo partido en todas las otras casillas pero quien lo haga por la oposición será acusado de querer “tirar” al presidente.

No es casual. Así se construyen plebiscitos, no democracias pluralistas.

Morena insiste en que esta modificación ahorrará recursos y aumentará la participación. Pero el ahorro democrático no se mide en pesos, sino en garantías.

Una revocación auténtica debe tener su propia fecha, su propio clima político y condiciones que eviten la presión del aparato estatal. Empatarla con elecciones rompe ese equilibrio, convierte un derecho ciudadano en un instrumento para fortalecer al partido gobernante.

No es participación lo que buscan, es hegemonía. Si de verdad se quiere fortalecer la democracia participativa, lo primero es respetar las reglas del juego, elecciones limpias, órganos autónomos fuertes y mecanismos de rendición de cuentas que no estén contaminados por estrategias electorales.

La propuesta de Morena va en sentido contrario. No profundiza la democracia; la manipula. No empodera al ciudadano; confunde y condiciona su voto.

La revocación de mandato debe mantenerse como lo que era, una herramienta excepcional para momentos excepcionales. No una ficha más en la estrategia electoral del partido en el poder.

Si algo necesita México de cara al 2027 no son trucos, sino certezas. Y esta propuesta no ofrece ninguna.