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Gabo, Amlo y San Judas Tadeo

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TRANSPARENCIA
POLÍTICA
Erwin Macario

Gabo, Amlo y San Judas Tadeo

Leo, en Tabasco Hoy, que la reliquia de San Judas Tadeo, “El apóstol de lo imposible”, consistente en un fragmento de hueso colocado en un relicario en forma de brazo, llegará a Tabasco del 24 al 26 de septiembre, y releo a Gabriel García Márquez. Siempre lo releo.

“Margarito desenterró los huesos de sus muertos para llevarlos al cementerio nuevo.

La esposa era polvo. En la tumba contigua, por el contrario, la niña seguía intacta después de once años. Tanto, que cuando destaparon la caja se sintió el vaho de las rosas frescas con que la habían enterrado. Lo más asombroso, sin embargo, era que el cuerpo carecía de peso”.

No sé por qué, ahora, con eso del abogado de las cosas difíciles pienso en López Obrador, en Claudia Sheinbaum, los últimos días de este sexenio… y lo que viene.

Leo “La Santa”, de Cuentos Peregrinos: “María Bella nos leía de sobremesa los periódicos del día para acostumbrarnos a la fonética italiana, y completaba las noticias con una arbitrariedad y una gracia que nos alegraban la vida.

Uno de esos días contó, a propósito de la santa, que en la ciudad de Palermo había un enorme museo con los cadáveres incorruptos de hombres, mujeres y niños, e inclusive varios obispos, desenterrados de un mismo cementerio de padres capuchinos.

La noticia inquietó tanto a Margarito, que no tuvo un instante de paz hasta que fuimos a Palermo. Pero le bastó una mirada de paso por las abrumadoras galerías de momias sin gloria para formularse un juicio de consolación.- No son el mismo caso –dijo-. A estos se les nota enseguida que están muertos”.

No es un violonchelo –dijo-. Es la santa. Puso la caja sobre la mesa, abrió el candado y levantó la tapa.

Una ráfaga de estupor estremeció el restaurante. Los otros clientes, los meseros, y por último la gente de la cocina con sus delantales ensangrentados, se congregaron atónitos a contemplar el prodigio.

Algunos se persignaron. Una de las cocineras se arrodilló con las manos juntas, presa de un temblor de fiebre, y rezó en silencio. Sin embargo, pasada la conmoción inicial, nos enredamos en una discusión sobre la insuficiencia de la santidad en nuestros tiempos…”.

Recuerdo los libros de periodismo de Gabo. Las historias de “Entre cachacos”, la tabla milagrosa. Vuelvo a la realidad que amenaza desde el Congreso de la Unión y pienso: ¿Y si actuara el abogado de los casos imposibles?