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¿Fracasaron los abrazos?

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Testigo fiel
Por: Jesús Torres
¿Fracasaron los abrazos?

México entró en una etapa en el que la violencia ha escalado a niveles insospechables por la ola de crímenes que se registran un día sí y el otro también, y que habla ya de un fracaso del gobierno en materia de seguridad, así como de la fallida estrategia de los abrazos, no balazos.

Cada vez sorprende cómo la delincuencia vulnera la paz y tranquilidad que debería prevalecer en este país.

Los datos hablan por sí solos: del viernes 20 al domingo 22, México registró 266 víctimas de homicidio doloso convirtiéndose así en el tercer fin de semana más violento de la presente administración.

Por si fuera poco, en lo que hace al feminicidio, abril fue el segundo mes del año con más casos al reportarse el asesinato de 82 mujeres.

Todas estas cifras forman parte de las estadísticas en manos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del gobierno federal.

Hasta ayer martes 24 de mayo, México sumaba 121 mil 621 víctimas de homicidio doloso y feminicidio, superando los 120 mil, 463 registrados durante todo el sexenio del ex presidente, Felipe Calderón, los 60 mil 280 de Vicente Fox, los 80 mil 671 de Ernesto Zedillo y los 76 mil 767 de Carlos Salinas de Gortari.

Según proyecciones, el gobierno de López Obrador podría concluir su mandato con un histórico de 209 mil 913 víctimas de violencia, como nunca había ocurrido en las últimas cinco administraciones.

Entre las entidades con mayor índice de violencia se encuentran Guanajuato, Estado de México, Baja California, Chihuahua, Michoacán, Jalisco, Guerrero, Sonora, Veracruz, Zacatecas y la Ciudad de México.

En esta semana se ha vivido una jornada de hechos violentos que a más de uno han puesto los pelos de punta por la forma en que la delincuencia opera con total impunidad.

Como el asalto masivo que un grupo de jóvenes fuertemente armados, realizaron en una carretera de Querétaro a más de 300 automovilistas.

El triple homicidio ocurrido en un despacho jurídico de la colonia Roma en la Ciudad de México, considerada una de las urbes más seguras del mundo, según la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum.

El ataque armado de manera simultánea a un hotel y dos bares en Celaya, Guanajuato que dejó al menos 11 muertos la noche del lunes.

O la balacera que se desató en Culiacán, Sinaloa, entre civiles armados, la Sedena y la Guardia Nacional y que obligó a alumnos de un colegio a ponerse pecho tierra.

Incluso, en Macuspana, la tierra del inquilino de Palacio Nacional, donde la madrugada de ayer martes dos jóvenes de 19 y 20 años de edad fueron acribillados por un grupo criminal, y otro más resultó herido de gravedad.

Eso, sin contar los asaltos y robos a mano armada que a diario se dan en este país y que no son denunciados por las víctimas ante las autoridades.

Es la cruda realidad que dista mucho del discurso oficial y la numeralia optimista.