El Departamento del Tesoro de Estados Unidos informó que el tráfico de combustible robado a Petróleos Mexicanos (Pemex), conocido como huachicol, ha incrementado su presencia más allá del continente americano, llegando a mercados en India, Japón y diversas regiones del continente africano, según se detalla en un informe reciente de la Red de Control de Delitos Financieros (FinCEN).
El documento emitido por FinCEN advierte que el robo de hidrocarburos se ha consolidado como el segundo negocio más lucrativo para los cárteles mexicanos, superado únicamente por el narcotráfico. En el análisis se afirma que los grupos delictivos han logrado establecer rutas estables de contrabando de petróleo crudo obtenido ilegalmente desde ductos y refinerías mexicanas hacia Estados Unidos y, de ahí, a otros continentes.
“Los cárteles explotan este flujo de petróleo crudo entre México y Estados Unidos. Contrabandean petróleo crudo agrio y pesado obtenido ilícitamente de Pemex a través de la frontera suroeste de los Estados Unidos mediante corredores mexicanos, a menudo mal etiquetados como ‘aceite usado’ u otros materiales supuestamente peligrosos, a importadores estadounidenses cómplices”, señala el informe.
Una vez introducido a territorio estadounidense, el hidrocarburo es vendido con grandes descuentos en el mercado energético, generando ganancias ilícitas que son repatriadas a México. Las autoridades estadounidenses estiman que cada envío de petróleo en buques puede generar más de cinco millones de dólares, y se reportan múltiples embarques mensuales.
Hasta la fecha, las acciones punitivas en territorio estadounidense se han limitado a la sanción de tres ciudadanos mexicanos y dos empresas vinculadas al tráfico de combustible, de acuerdo con el Departamento del Tesoro. La cifra ha sido considerada limitada frente al volumen y expansión del delito.
El informe también destaca la detención de César Morfín, alias “El Primito”, identificado como líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en Tamaulipas. Junto a sus hermanos Álvaro y Remigio, fue acusado de encabezar una red de extracción, contrabando y distribución de combustible sustraído ilegalmente de instalaciones de Pemex.
Las investigaciones estadounidenses apuntan que el hidrocarburo se extrae principalmente en los estados de Veracruz, Puebla, Jalisco, Guanajuato e Hidalgo. Posteriormente, es trasladado hacia la frontera norte, principalmente en Tamaulipas, donde se clasifica falsamente como “aceite usado” para evadir controles aduanales.
En territorio estadounidense, el crudo es almacenado en instalaciones ubicadas en Texas y vendido a empresas fantasma o cómplices, que posteriormente lo exportan a terceros países. Según el informe, al etiquetarse como West Texas Intermediate (WTI) u otros tipos de crudo, y ser comercializado por intermediarios ficticios en países distintos al de origen, se pierde su rastro legal y se complica la trazabilidad.
Para su exportación a mercados de África, Japón e India, el combustible es trasladado en grandes embarcaciones. En otros casos, se utiliza transporte terrestre mediante camiones cisterna, aprovechando las redes de distribución que operan de forma paralela al sistema energético formal.
La complejidad del esquema delictivo ha motivado una mayor cooperación entre autoridades estadounidenses y mexicanas. No obstante, hasta ahora, los resultados han sido limitados en proporción al alcance del mercado ilícito, según reconoce el informe.
FinCEN ha hecho un llamado a las agencias de control fronterizo, comercio exterior y organismos energéticos a nivel internacional para establecer mecanismos de rastreo más estrictos sobre los flujos de hidrocarburos. También sugirió una revisión más rigurosa a las importaciones de crudo que ingresan a Estados Unidos bajo clasificaciones dudosas.
Mientras tanto, el tráfico de huachicol continúa evolucionando hacia esquemas transnacionales que involucran estructuras financieras opacas, empresas fachada y redes logísticas sofisticadas que dificultan su combate.
El fenómeno, según el Departamento del Tesoro, representa no solo una amenaza económica y ambiental, sino también un riesgo creciente en materia de seguridad energética y crimen organizado a nivel internacional.(Mas).