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En medio de la crisis, Venezuela tendrá una cita con las urnas el domingo

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Venezuela votará el domingo en unas criticadas elecciones presidenciales en las que triunfaría el presidente Nicolás Maduro en medio de un boicot de la oposición, que acusa al mandatario de querer perpetuar una “dictadura”, y la crisis económica más profunda en la historia del país petrolero.

Ante la apatía de muchos venezolanos, más preocupados en buscar la forma de subsistir en medio de una galopante hiperinflación, la escasez de alimentos y medicinas y los intermitentes servicios públicos, el mayor desafío de los candidatos el domingo es convencerlos de salir a sufragar.

Con los líderes opositores más populares sin poder presentarse a los comicios por barreras legales, la coalición de partidos rivales del oficialismo llamaron a los venezolanos a abstenerse de votar.

Pero el exgobernador Henri Falcón y el pastor evangélico Javier Bertucci desafiarán a Maduro, que se espera gane los comicios con el aceitado aparato del oficialismo a pesar de que su popularidad se encuentra en niveles mínimos y que la profunda crisis le pasará factura.

Todos prometen sacar al país del marasmo económico. Maduro asegura que lo hará acabando de una vez por todas con lo que llama una “guerra económica” de la derecha apoyada por Washington, Falcón dice que la clave es dolarizar la economía y Bertucci apunta a reactivar la actividad con inversiones.

Aunque las encuestas arrojan resultados disímiles, varias muestran a los dos candidatos minoritarios muy lejos de Maduro, un exchofer de autobús y exsindicalista, en las preferencias.

“Hay muchas cosas que están mal y hay que rectificarlas. No podemos taparnos los ojos”, dijo Maduro, de 55 años, al cierre de su campaña junto a su esposa y el exastro del fútbol argentino Diego Maradona, que ondeaba una bandera venezolana.

“Si ustedes me dan su voto y me dan la victoria, les juro que voy a encabezar los grandes cambios económicos y voy a hacer una revolución económica que sacudirá el mundo entero. Lo voy a hacer cueste lo que cueste, tarde lo que tarde”, aseguró.

Pese a las penurias que pasan muchos venezolanos, que van desde no conseguir repuestos para autos hasta reactivos para pruebas de sangre, otros tantos todavía son fieles al movimiento del fallecido líder Hugo Chávez, que creó un fuerte vínculo con los más desfavorecidos con sus generosos planes sociales y asistenciales y designó a Maduro como su sucesor político.

“Yo sigo el legado de mi comandante Hugo Chávez”, dijo Juan Pérez, un plomero de 38 años, en un barriada pobre del sur de Valencia, otrora una urbe industrial a unos 150 kilómetros al sur de Caracas que ahora está sumida en el desempleo.

 

“Pero sí creo que el país sí se merece un buen gobierno, mejoras del transporte y la salud”, añadió el hombre.

APOSTANDO A UNA SORPRESA

Venezuela ha sufrido en los últimos años violentas protestas callejeras y el éxodo de millones de ciudadanos debido a la crisis. Hoy, con la oposición fracturada tras sucesivas derrotas y la invalidación de partidos por la autoridad electoral, muchos ni siquiera irán a votar.

“La vía electoral caducó en Venezuela con este gobierno”, dijo Amílcar Guevara, un transportista de 51 años en San Félix, una localidad en el sur de país.

Estados Unidos, países de Europa y latinoamericanos han dicho que desconocerán el resultado de las urnas, una advertencia desestimada por el gobierno de Maduro.

Cuando Maduro llegó al poder en el 2013 tras la muerte de Chávez pocos creían que pudiera mantenerse en el cargo más de unos meses por su inexperiencia, una oposición fortalecida y en medio de un desplome del precio internacional del crudo que prometía problemas.

“Hoy ya no soy el candidato de hace cinco años. Soy un presidente curtido (…) un presidente maduro”, dijo el mandatario.

Falcón, un abogado de centroizquierda de 56 años, asegura que el gobierno de Maduro es tan impopular que él aglutinará tanto a los desencantados del chavismo como a los que buscan salir de la crisis. Bertucci, de 49 años, contará con el obediente voto de sus seguidores religiosos.

“¿Hay lugar a la sorpresa? Sí hay lugar (…) porque hay un mercado electoral conformado por lo menos por 8 millones de electores que quieren cambio político”, dijo el politólogo Luis Salamanca.

 

Pero el principal escollo para todos los candidatos será vencer el desánimo y la resignación.

“Nunca he dejado de votar, pero esta es distinto. Hay como un desánimo, una apatía”, dijo Liliana Pérez, una peluquera de 29 años, en Valencia. “La crisis nos pega duro” (Reuters).