Testigo fiel
Por: Jesús Torres
El informe y la burla del presidente
En su informe de gobierno, al igual que en sus mañaneras, Andrés Manuel López Obrador, recurrió a la burla, faltando el respeto a la investidura presidencial en un país, del que se siente amo y señor y no es así.
Constitucionalmente, el tabasqueño rindió su primer informe de labores como titular del Ejecutivo federal, pero en la mampara que se colocó en Palacio Nacional, sede del evento, se leía: “Tercer Informe de Gobierno”, lo que inmediatamente desató la crítica en las redes sociales además de considerarlo una mofa más del presidente a los mexicanos.
Pero además, cambió el formato de los informes presidenciales, al adelantar la ceremonia en Palacio Nacional antes de enviar el documento por escrito a la Cámara de Diputados sobre el estado que guarda la administración pública federal a nueve meses de haber asumido el cargo.
López Obrador tampoco quiso someterse al escrutinio de los legisladores y prefirió no ir al Congreso de la Unión donde reside la verdadera soberanía nacional. Mejor lo hizo ante 500 invitados, entre funcionarios, políticos y empresarios.
Ante ese puñado de ‘personalidades’ de la vida pública, reconoció que queda a deber en materia de seguridad ante el incremento de la violencia con todo y la creación de la Guardia Nacional.
Lo dicho por éste columnista fue confirmado una vez más por el presidente cuando se refirió al crecimiento económico, que de acuerdo con el INEGI, fue de 0.0% en el segundo trimestre del año.
Esto es, López Obrador no quiere entender que para que haya desarrollo tiene que haber una mejor distribución de la riqueza y prosperidad del país.
Y es que para el mandatario con entregar dinero sin intermediarios a los jóvenes y estudiantes de escasos recursos; para la siembra de árboles, y los adultos mayores, su gobierno está logrando que este país sea feliz, feliz, feliz.
Según el originario de Macuspana, hasta ahora es mucho lo alcanzado porque se ha corrido con suerte y han soplado buenos vientos para su gobierno, aunque la realidad dista mucho del discurso.
En resumen, hay que decirlo, fue un informe lleno de nostalgia, cuando lo que no cuadran son los números y el problema de fondo se encuentra entre lograr las metas y la falta de políticas públicas para poder lograrlo