Una columna de humo negro se elevaba sobre las zonas bajo control de los rebeldes sirios cerca de la frontera con Jordania el jueves, cuando los aliados rusos del presidente Bashar al-Assad desataron intensos ataques aéreos y las fuerzas gubernamentales intentaron avanzar sobre el terreno.
La organización por los derechos de los refugiados ACNUR instó a Jordania a abrir sus fronteras a los sirios que habían huido de los combates y dijo que el número total de desplazados ascendía ahora a más de 320.000, con 60.000 de ellos varados en el cruce fronterizo con Jordania.
Assad aspira a recuperar todo el suroeste, incluidas las fronteras con los Altos del Golán ocupados por Israel y Jordania. La región es uno de los últimos bastiones rebeldes en Siria después de más de siete años de guerra.
Sin ningún indicio de que enemigos extranjeros vayan a intervenir, las fuerzas del gobierno parecen preparadas para otra gran victoria tras aplastar los últimos bastiones rebeldes restantes cerca de Damasco y Homs.
Las imágenes de la televisión estatal mostraron gigantescas nubes de humo que se elevaban sobre los campos, tejados y una alejada zona industrial, acompañadas por el sonido de explosiones ocasionales.
Después de cuatro días con escasos bombardeos, se reanudaron el miércoles los intensos ataques aéreos tras el colapso de las conversaciones entre los rebeldes y los oficiales rusos, mediadas por Jordania.
“Los rusos no han detenido los bombardeos”, dijo a Reuters Bashar al-Zoubi, destacado líder rebelde en el sur de Siria, en un mensaje de texto desde el área de Deraa, el foco de la ofensiva del gobierno.
“El régimen está tratando de avanzar y continúan los enfrentamientos”.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, que supervisa la guerra a través de lo que describe como muchas fuentes en el terreno, dijo que hubo 600 ataques aéreos en 15 horas, que se extendieron hasta las primeras horas del jueves. (Reuters).