En la llamada que mantuvo con la Presidenta Claudia Sheinbaum el pasado 16 de abril, Trump insistió en que sus fuerzas armadas asuman un papel protagónico en las misiones antidrogas, al tiempo que abordaba también temas de comercio e inmigración.
Sheinbaum respondió que México colaborará con el intercambio de inteligencia, apoyo logístico y entrenamiento conjunto, pero rechazó autorizar una presencia militar directa en territorio nacional.
Funcionarios de su gabinete advierten que aceptar tropas extranjeras choca con la historia de intervenciones estadounidenses —como las guerras de 1846 y de la Revolución Mexicana— y afecta la soberanía que sustenta la Constitución.
DECLARACIÓN DE TERRORISMO Y RESPUESTA BILATERAL
En paralelo, la administración Trump avanzó hacia la designación de los principales cárteles mexicanos como Organizaciones Terroristas Extranjeras (FTO, por sus siglas en inglés), un estatus que permitiría aplicar sanciones más severas, congelar activos y perseguir financiamientos a nivel global. Ante esta iniciativa, México advirtió sobre el riesgo de que tal calificación impacte el flujo de cooperación judicial y la extradición de líderes delictivos, además de elevar la tensión diplomática.
Analistas señalan que, aunque la etiqueta de terrorismo busca reforzar las herramientas legales contra la delincuencia organizada, podría complicar la colaboración operativa en el terreno y dar pie a conflictos jurídicos entre ambas naciones.
Sheinbaum planteó la necesidad de mantener un enfoque coordinado, donde la lucha contra el narcotráfico combine la fuerza policial con programas de prevención social y desmantelamiento de redes financieras, sin cruzar líneas que violen la autonomía nacional.
COOPERACIÓN CON LÍMITES CLAROS
A pesar de las diferencias, ambos mandatarios mantienen un canal de comunicación abierto: ya han conversado en seis ocasiones para tratar la crisis del fentanilo, la contención migratoria, las designaciones de terroristas y los ajustes en aranceles a acero, aluminio y automóviles.
Analistas destacan que Sheinbaum ha sabido equilibrar los intereses contrapuestos, pues ha fortalecido la vigilancia fronteriza y ha mejorado el abastecimiento de agua a zonas agrícolas de Texas, sin ceder en lo fundamental de la autonomía mexicana.
La Presidenta aprovecha su fluidez en inglés y su experiencia de residencia en California para negociar directamente, sin intérpretes, y trazar líneas rojas en cada acuerdo.
Con esta estrategia, Sheinbaum busca reforzar la seguridad compartida contra el narcotráfico, mantener la estabilidad en la relación comercial y preservar la integridad de las instituciones mexicanas, mientras obliga a Washington a reconocer que la cooperación efectiva requiere respeto mutuo y límites claros.
(emeequis).