TRANSPARENCIA
POLÍTICA
Erwin Macario
Amlo, golpe de estado
A pesar de los 36 millones de votos que oficialmente legalizan a Claudia Sheinbaum, ésta será una presidenta de facto ante el golpe de estado que ha dado Andrés Manuel López Obrador.
Al término de un sexenio fallido, AMLO —con la militarización de la guardia nacional— pretende dejar un poder político dictatorial a su mando bajo una nueva forma de golpe de estado destruyendo la formalidad de un gobierno de tres poderes autónomos.
Con reformas que sólo pudo lograr con una vergonzante mayoría calificada y la inclusión de sus caballos de Troya en “el gobierno de Claudia”, AMLO no únicamente da un golpe de estado, sino que asegura un posible obradorato que, después de la actual presidente, continuaría Andy López, su hijo identificado como el líder del clan de los negocios nepóticos en las autollamadas obras insignes del peor presidente que ha tenido el país; Andy, al que colocará como secretario general de su ente de poder: Morena.
Con un mando castrense que ha probado las mieles de los negocios del poder en esas obras y en otras acciones administrativas, que seguirán en sus manos, ya con aprobación constitucional de una supuesta guardia nacional civil, pero con “disciplina militar”, Amlo asegura, por una parte
ser el poder tras el trono y por la otra mantener a salvo su mano armada extramuros gobernativos, la delincuencia organizada de los besos y abrazos.
Sin revueltas, motines y revoluciones, sin la injerencia directa de las fuerzas armadas con una junta militar de gobierno, pero imponiendo a una presidente a su modo y conveniencia, y con desmantelar las instituciones que integraban el orden constitucional, Andrés Manuel López Obrador ha dado prácticamente un golpe de estado suave, y sentado las bases para pasar de la autocracia a la dictadura y de ahí saltar a la tiranía.
El autogolpe de estado al vulnerar el orden constitucional, menguar la fuerza decisoria del Congreso de la Unión y empoderar al ejército en las funciones de gobierno, afianza el poder de un Amlo que no se va a “La Chingada”, como reiteradamente ofrece.
Gobiernos de facto y dictadura es lo menos que espera México después de López Obrador. Ha sentado las bases para ello.