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Ernestina Godoy, ¿cerrojo político?

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Testigo fiel
Por: Jesús Torres
Ernestina Godoy, ¿cerrojo político?

La llegada de Ernestina Godoy Ramos a la Fiscalía General de la República (FGR) marca uno de los movimientos más significativos en el entramado político y judicial del país.

Su arribo no ocurre en un vacío, llega tras la abrupta salida de Alejandro Gertz Manero, en medio de cuestionamientos sobre su desempeño, conflictos internos y múltiples casos estancados con fuerte impacto político.

Por eso, la pregunta que hoy domina el debate público es inevitable, ¿la FGR con Godoy será un instrumento de renovación o una tapadera de expedientes políticamente sensibles?

Godoy arriba al cargo con una trayectoria que la liga a Morena y una cercanía histórica con el proyecto político de Andrés Manuel López Obrador.

Aunque legalmente ningún fiscal puede “desaparecer” investigaciones, sí tiene la facultad de frenarlas, administrarlas o priorizarlas.

Y es en ese punto donde se encuentran los expedientes que incomodan al círculo más cercano del obradorato y la llamada Cuarta Transformación.

A lo largo del sexenio anterior diversas acusaciones públicas políticas, periodísticas o ciudadanas se centraron en los hijos de AMLO involucrados en actos de corrupción y huachicol.

Ninguna derivó en sentencias ni en conclusiones judiciales sólidas, pero las carpetas abiertas y las denuncias continúan formando parte del archivo activo de la FGR.

Por eso la designación de la nueva fiscal abre la duda, ¿se revisarán con rigor profesional los expedientes o quedarán como material indeseable en los anaqueles?

La pregunta obligada entonces es si la fiscalía bajo Godoy tendrá la independencia o la voluntad de trazar una línea clara entre justicia y lealtades políticas.

Con Godoy en el mando, muchos se preguntan si retomará con seriedad los expediente de casos como el de los hijos de AMLO, el de Adán Augusto López y del copropietario de Miss Universo o si optará por dejar que el tiempo lo archive de forma silenciosa.

Su experiencia es amplia, pero su independencia está bajo escrutinio. Y en un país donde la impunidad ha sido la regla, no la excepción, la sociedad ya no concede beneficios de la duda tan fácilmente.

La pregunta queda abierta,
¿Será Ernestina Godoy la fiscal que devuelva la confianza en la justicia o la guardiana de los secretos del poder?

El tiempo y los expedientes que decida desempolvar o enterrar dará la respuesta.