Inicio Testigo Fiel Andrade, traidor y mitómano

Andrade, traidor y mitómano

53
0

Testigo fiel
Por: Jesús Torres
Andrade, traidor y mitómano

En política, la memoria suele ser corta, pero no tanto como para olvidar a quienes marcaron etapas de estancamiento.

Tal es el caso del exgobernador Manuel Andrade Díaz, quien en días recientes ha lanzado criticas al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y al actual gobierno de Tabasco.

Su efervescencia mediática busca, al parecer, recuperar visibilidad, aunque sus palabras dejan más dudas sobre su credibilidad que certezas sobre su autoridad moral.

Andrade, quien gobernó la entidad de 2002 a 2006, encabeza una generación de políticos que agotaron el modelo priista tradicional en Tabasco.

Su administración, marcada por divisiones internas, señalamientos de corrupción y la pérdida de rumbo institucional, fue el inicio de la debacle que llevó al PRI a su peor crisis.

Hoy, el mismo personaje que contribuyó a ese desgaste lanza críticas contra el Revolucionario Institucional que le dio la oportunidad de gobernar Tabasco afirmando que “hay muchos priistas, pero no hay partido”. Una frase que, más que análisis, suena a confesión tardía.

El exmandatario acusa al tricolor de carecer de proyecto y cercanía con la gente, pero omite mencionar que bajo su liderazgo se desmanteló la estructura territorial y se perdió la confianza de amplios sectores sociales.

En su intento por mostrarse como voz crítica, Andrade olvida que fue él quien dejó un partido fragmentado y sin rumbo, atrapado en prácticas políticas que en su tiempo resultaron anacrónicas.

No por nada, el delegado del CEN del PRI, Pedro Gutiérrez dijo que Andrade carece de calidad moral y política para hablar del tricolor, además de tacharlo de “traidor, narcisista y alcohólico”.

Tampoco han pasado inadvertidas sus descalificaciones al actual gobernador morenista Javier May Rodríguez.

Andrade asegura que “gobernar no es salir en camioneta con una bocina a simular cercanía”, una frase que pretende desacreditar la política de territorio que impulsa la nueva administración.

Sin embargo, quienes recuerdan su paso por el poder podrían decir que su gobierno se distinguió justamente por lo contrario: el aislamiento del pueblo y la desconexión con las comunidades que hoy el gobierno estatal busca recuperar.

En respuesta a recientes críticas sobre el aguinaldo a los trabajadores al servicio del estado el gobernador, Javier May lo pintó de cuerpo entero. “Ese (Andrade) es un mitómano profesional, ese toda su vida ha dicho mentiras, ese no es referencia”.

Manuel Andrade parece empeñado en reescribir su papel en la historia reciente de Tabasco. Pero los hechos son tercos: bajo su mando, el PRI perdió su capacidad de convocatoria, su estructura y su credibilidad.

Su administración no dejó huella de transformación ni avances significativos; dejó, más bien, un legado de improvisación y desgaste.

Hoy, sus declaraciones no reflejan visión política ni autocrítica, sino la necesidad de permanecer vigente en un escenario que ya le dio la espalda.

Su voz suena más a reclamo personal que a análisis responsable. El exgobernador parece no entender que el tiempo político no se detiene y que la sociedad tabasqueña ya no busca líderes del pasado, sino resultados concretos y coherencia en el presente.

En ese sentido, Andrade Díaz no enriquece el debate público: lo empobrece, porque representa la nostalgia de un poder que ya no existe y la persistencia de una forma de hacer política que Tabasco decidió superar hace mucho tiempo.