Testigo fiel
Por: Jesús Torres
El creciente rechazo a Layda Sansores
A cuatro años de haber asumido la gubernatura de Campeche, Layda Sansores enfrenta no solo uno de los momentos más complicados de su administración sino el rechazo mayoritario de sus paisanos.
Lo que comenzó como un proyecto político respaldado por la ola de Morena se ha transformado en un escenario de creciente descontento social, divisiones políticas internas y una pérdida evidente de legitimidad ante amplios sectores de la población.
Desde el inicio de su mandato, Sansores optó por un estilo de confrontación. Así lo ha evidenciado en su programa semanal Martes del Jaguar, convertido en una tribuna de ataques contra adversarios políticos, funcionarios públicos y medios de comunicación.
En lo que va del sexenio, la morenista, lejos de dar resultados al frente del gobierno, ha desgastado su figura pública alejándose incluso de aliados al interior del vinotinto.
A ello se suma una constante confrontación con periodistas con quienes ha judicializado sus diferencias; con empresarios y exfuncionarios, lo que ha propiciado un ambiente político enrarecido. La polarización ha sido el sello de su administración desde que asumió el cargo.
Uno de los temas que más pesa en el ánimo ciudadano es la creciente percepción de inseguridad.
Campeche, que durante el gobierno de su antecesor el priista Alejandro Moreno, fue considerado uno de los estados más seguros del país, ha experimentado un repunte en delitos de alto impacto y una sensación generalizada de descontrol.
En comunidades rurales y colonias urbanas, los reclamos por la falta de presencia policial y el aumento del narcomenudeo se han vuelto una constante.
A esto, habría que sumarle el deterioro visible en los servicios públicos, particularmente en salud, educación e infraestructura urbana. Las promesas de desarrollo económico con la llegada del Tren Maya y la reactivación petrolera no se han traducido en beneficios palpables para la mayoría de los campechanos.
En el terreno político, la gobernadora ha enfrentado rupturas dentro de su partido con figuras que fueron clave en su llegada al poder. Las pugnas por el control de Morena en el estado, los señalamientos de nepotismo y los conflictos con alcaldes morenistas han minado su base de apoyo.
Protestas como la de los policías, trabajadores estatales y el descontento de sindicatos que han reclamado falta de diálogo y atrasos en pagos han reflejado en diversos momentos un desgaste institucional que se ha vuelto inocultable.
Por eso las encuestas más recientes ubican a Layda Sansores entre los gobernadores con menor aprobación del país.
Las calles de Campeche, antes silenciosas, hoy se llenan de manifestaciones, y el rechazo se expresa tanto en el ámbito urbano como en las comunidades rurales.
Mientras Layda Sansores persigue a través de la Fiscalía General de Justicia a periodistas y enemigos políticos la inseguridad, desempleo y servicios deficientes se acumulan sin respuestas claras.
A dos años de concluir su mandato el desgaste político de la morenista parece irreversible, y el “jaguar” que prometía rugir por la justicia social hoy enfrenta el eco de un rechazo creciente a su gestión.
Layda Sansores llegó al poder con la promesa de un cambio, pero cuatro años después, su gobierno se percibe más como un capítulo de confrontación y desencanto que como una etapa de transformación para Campeche.








