Los reclamos también fueron contra la gobernadora Rocío Nahle porque “no está haciendo nada” y el Ejército debido a que “no se quiere meter a las casas”, mientras Sheinbaum reconocía que el gobierno no esperaba una lluvia tan intensa.
“No vamos a ocultar nada”, gritaba la presidenta para hacerse escuchar entre el barullo, subida a una camioneta de las fuerzas armadas. “¡Han pasado tres días en donde no aparecen!”, le gritó un hombre. “Sí, compañero, pero son tres días en donde estaba completamente inundado”, le contesta Sheinbaum en un video publicado en Facebook por la Revista Libertad.
Detrás de ella estaba atento el secretario de la Defensa, Ricardo Trevilla.
Alguien más le comentó a la presidenta que la tardanza en suspender las clases en Poza Rica contribuyó a la tragedia, pues hay entre cinco y 10 muertos tan solo en esta ciudad y alrededor de 20 en el estado de Veracruz.
“No se esperaba una lluvia tan intensa”, dijo la presidenta. “Vamos a hacer una evaluación general”, se comprometió.
La presidenta también subió un video a sus redes sociales en el que se omiten los reclamos y la gente está más calmada.
“Lo primero es ayudarles a la limpieza, verdad. Y todo lo que tiene que ver con alimentación, agua potable, para que ustedes puedan pasar la emergencia. Aquí está el secretario de la Defensa, de Marina, está la gobernadora, para poderles ayudar en todo eso. Venimos ahorita de Puebla, el daño fue en cinco estados, por eso estamos aquí. Me está oyendo el general secretario, el almirante, para que podamos desplegar brigadas para ayudarles en la limpieza, eso es lo primero”.

INVADIDOS POR EL LODO
Desde los aires se pudo observar las calles de Poza Rica llenas de toneladas de lodo, esto tras el desbordamiento del río Cazones. “Por el momento los habitantes intentan limpiar sus propiedades para salvar lo que puedan”, menciona el fotoperiodista Carlos Nava en su envío para la agencia Cuartoscuro.
En imágenes aéreas tomadas por Nava se observa que todas las calles están invadidas por lodo y agua, mientras autoridades de los tres niveles batallan para ayudar a la población.
Carlos Nava describe que en la Central de Abastos las escenas son de desolación: tomates, papas y cebollas cubren los techos y las calles internas como si la corriente los hubiera arrojado sin rumbo. Las bodegas y los locales están convertidos en montones de lodo y restos de lo que fueron toneladas de alimentos básicos.
Los comerciantes trabajan con palas y cubetas, intentando limpiar entre el barro endurecido, sin maquinaria ni apoyo gubernamental. “Todo se perdió, no quedó nada”, lamenta Amado, mientras observa su bodega vacía. “Cada local tenía más de 70 toneladas de producto. Ahora solo tenemos lodo y el olor a podrido”.
(emeequis).