La desaparición del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) aprobada por el Congreso mexicano este año, ha generado una oleada de críticas y advertencias sobre las implicaciones que este cambio tendrá para la rendición de cuentas en la política social. La decisión fue avalada por la mayoría parlamentaria encabezada por el partido Morena y significó el traslado de las funciones del Coneval al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Tanto el expresidente Andrés Manuel López Obrador como la actual presidenta Claudia Sheinbaum justificaron la medida argumentando que el Inegi posee la capacidad técnica para realizar las tareas del Coneval. Sin embargo, diversos especialistas en evaluación y medición de pobreza han cuestionado esta determinación, señalando que las funciones que cumplía el Coneval no se reducen a la producción de estadísticas, sino que implican procesos de evaluación complejos e independientes.
Gonzalo Hernández Licona, doctor en Economía y exsecretario ejecutivo del Coneval entre 2005 y 2018, sostuvo que el Inegi, aunque puede generar estadísticas sobre pobreza, carece de experiencia y atribuciones para realizar evaluaciones de política pública. “La medición, en materia de pobreza, efectivamente puede hacerla el Inegi, pero el Coneval se crea para tratar de darle a esta medición la objetividad que no tenía cuando un Gobierno no era transparente”, explicó.
Hernández Licona advirtió que ningún instituto estadístico del mundo tiene entre sus funciones evaluar programas sociales, pues estas tareas requieren metodologías sistemáticas, análisis de impacto y una interlocución permanente con las autoridades encargadas de implementar políticas. “El Inegi va a enfrentarse una tarea que nunca ha hecho, no tiene por qué y sin presupuesto adicional para hacerla. En materia de evaluación vamos a perder mucho en la política social”, afirmó.

La eliminación del Coneval también implica la desaparición de un contrapeso técnico e independiente que servía de control a la administración federal. “Muchas de las personas que pugnaron hace 25 o 30 años por un Coneval independiente, un contrapeso al Gobierno, son las que hoy están en Morena, que antes estaban en la oposición: Ricardo Monreal, Clara Brugada, Pablo Gómez, Tatiana Clouthier, Alfonso Ramírez Cuéllar, entre otros”, señaló el economista. En su opinión, Morena se ha convertido en un partido hegemónico, con control sobre la Presidencia, el Congreso y varias gubernaturas, lo que ha derivado en decisiones unilaterales que debilitan los mecanismos de fiscalización y transparencia.
En relación con la política social del sexenio anterior, Hernández Licona indicó que el Coneval había observado un aumento significativo en las transferencias directas, pero una desatención en la mejora de los servicios públicos. “Una política social basada en derechos implica que haya accesibilidad, dinero y disponibilidad”, dijo. Añadió que entregar dinero sin garantizar servicios de calidad representa una visión incompleta del bienestar.

En cuanto a la imparcialidad política del Coneval, Hernández explicó que el órgano contaba con un gobierno compuesto por ocho integrantes, de los cuales seis eran académicos de tiempo completo, seleccionados por su trayectoria técnica, no por afinidades políticas. Las otras dos sillas eran ocupadas por representantes de Hacienda y de la Secretaría de Desarrollo Social. Este modelo buscaba garantizar independencia, diálogo institucional y una evaluación técnica de la política pública.
Frente a la desaparición del Coneval, organizaciones de la sociedad civil y centros académicos han comenzado a coordinar esfuerzos para suplir, en la medida de lo posible, las funciones perdidas. “Hemos estado reuniéndonos con instancias como el Centro de Estudios Espinosa Iglesias o la Universidad Ibero para poder tener un frente común”, informó Hernández Licona, quien enfatizó que si bien estos esfuerzos no tendrán la misma escala, buscan ejercer vigilancia, acompañamiento y evaluación como lo hacía el Coneval.
El economista también reconoció que la desaparición del Coneval fue una medida que no anticiparon. “Lo veíamos como algo muy lejano. Pero lo que nos llegó fue un tsunami”, señaló. Comparó esta situación con la eliminación de otros organismos como el INAI o la Cofece, decisiones que, dijo, han sido posibles debido a la concentración de poder de Morena. “Cuando los partidos tienen hegemonía, como Morena, como el PRI hace 70 años, puedes hacer básicamente lo que quieras”, sostuvo.
Finalmente, Hernández Licona advirtió sobre los riesgos para la democracia cuando desaparecen organismos técnicos creados para garantizar la transparencia. En su visión, la democracia no consiste únicamente en votar cada seis años, sino en mantener mecanismos que permitan exigir cuentas al poder. Con la eliminación del Coneval, afirmó, se pierde uno de esos instrumentos fundamentales. (Mas).