La administración del presidente Donald Trump ha reactivado una disputa comercial de larga data al anunciar que a partir de julio impondrá aranceles antidumping del 21% a los tomates frescos importados desde México. Esta medida pone en riesgo un comercio que sostiene miles de empleos, abastece el consumo durante todo el año y genera miles de millones de dólares en ventas para Estados Unidos.
Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, los tomates, aunque técnicamente son frutas, se encuentran entre las «verduras» más consumidas. México es el principal proveedor de tomates frescos al país, con exportaciones que en 2024 ascendieron a 3,100 millones de dólares. Sin embargo, la retirada del acuerdo de suspensión vigente desde 2019 podría alterar profundamente esta dinámica.
La controversia se remonta a los años noventa, cuando productores estadounidenses, especialmente en Florida, acusaron a los exportadores mexicanos de vender tomates a precios injustamente bajos. En respuesta, el Departamento de Comercio inició una investigación antidumping que determinó la existencia de prácticas desleales, pero suspendió la imposición de aranceles luego de que México aceptara establecer precios mínimos de exportación. Desde entonces, se firmaron diversos acuerdos, siendo el último en 2019, también bajo el gobierno de Trump.
Ahora, con la anulación del acuerdo, el nuevo arancel buscaría proteger a los productores nacionales, principalmente en Florida y, en menor medida, en California. No obstante, expertos advierten que la producción estadounidense no es suficiente para satisfacer la demanda interna, lo que podría provocar escasez, alza de precios y una reducción en la oferta disponible para los consumidores.
En 2023, los estadounidenses consumieron cerca de 9 kilogramos de tomates frescos per cápita. Las importaciones, mayoritariamente desde México, duplicaron a la producción nacional: 2 millones de toneladas métricas importadas frente a un millón cultivadas localmente. El aumento del precio de los tomates mexicanos —de 31 centavos por libra en 1995 a 74 centavos en 2024— tampoco ha impedido que su presencia en el mercado estadounidense se incremente año tras año.
Los economistas Andrew Muhammad y Luis Ribera subrayan que las importaciones no solo garantizan precios competitivos, sino que también impulsan un impacto económico total de más de 8,000 millones de dólares y sostienen aproximadamente 47,000 empleos relacionados con transporte, almacenamiento, distribución y venta.
En contraste, limitar las importaciones para favorecer a los productores nacionales podría reducir estos beneficios. La decisión, además, ocurre en un contexto donde otras industrias, como el acero, han experimentado consecuencias adversas por medidas proteccionistas similares.
La medida no afecta a todos los productos derivados del tomate. En el caso del tomate procesado —utilizado para salsas, pasta y conservas— Estados Unidos mantiene un superávit comercial, liderado por California. La disputa actual se enfoca únicamente en los tomates frescos de consumo directo.
Por ahora, no está claro quién asumirá el costo del nuevo arancel: si los exportadores mexicanos o los importadores estadounidenses. Lo que sí anticipan analistas es que los consumidores podrían enfrentar precios más altos y menor disponibilidad de un alimento básico en la dieta diaria.
Mientras tanto, desde el sector agrícola se llama a explorar mercados alternativos para el jitomate mexicano, ante lo que podría convertirse en un golpe económico considerable para los productores del país. (Mas).