Miles de mexicanos coparon las iglesias el domingo para orar por las víctimas del terremoto más mortífero en el país en más de tres décadas, mientras los equipos de rescate continúan buscando sobrevivientes entre las ruinas y miles de réplicas siguen generando escenas de pánico en varias zonas.
Contra todo pronóstico, la búsqueda de víctimas continuaba en un edificio de oficinas derrumbado en el barrio Roma y en un edificio de apartamentos en Tlalpan en Ciudad de México, donde el sismo magnitud 7.1 del martes derribó decenas de construcciones y dejó al menos 319 muertos y cientos de heridos.
En uno de los países con más católicos del mundo, decenas de familiares de víctimas se reunían bajo capillas improvisadas junto al tropel de ladrillos y fierros de los inmuebles colapsados clamando por un milagro.
En muchas iglesias del país también se ofrecían misas por las víctimas y los desaparecidos, incluida la insigne Basílica de Guadalupe, un punto de referencia para los millones de católicos que viven en México y en el exterior.
“Vine a pedir a Dios que dé fortaleza a los que perdieron sus seres queridos y porque la virgencita nos cuide y nos salve”, dijo María Gema Ortiz, de 69 años, que asistió a orar a uno de los templos.
El desastre de esta semana habría dejado varias decenas de miles de hogares gravemente dañados en los estados golpeados por el terremoto, especialmente en Ciudad de México, Morelos y Puebla y pérdidas económicas de entre 4,000 millones y 8,000 millones de dólares, según cálculos preliminares de algunas firmas independientes.
Muchos habitantes de edificios agrietados pero en pie se agolpaban para sacar sus pertenencias y llevarlas en sus automóviles y camiones de mudanzas, desafiando incluso los cordones de seguridad colocados por las autoridades.
“Voy a trabajar desde mi casa. Esto está muy peligroso, incluso los clientes ya no quieren venir a la colonia”, dijo Isadora Balmaceda, una diseñadora de ropa 35 años, mientras sacaba mercancía de su negocio.
Pero en medio del caos y la incertidumbre algunas personas también trataban de retomar sus vidas.
“Tenemos miedo, pero la vida tiene que continuar. Mañana llevaré a mis hijos a la escuela y que sea lo que Dios quiera”, dijo Claudia Ávila, que desayunaba con su familia en un restaurante que abrió sus puertas en uno de los barrios más afectados.
Cuestionamientoa a políticos
La respuesta del Gobierno al desastre está bajo estrecho escrutinio, previo a las elecciones presidenciales del próximo año.
La frustración ha crecido entre los miles de personas que quedaron sin hogar, con críticas acerca de que la reacción del Gobierno palidece en comparación con el flujo de apoyo voluntario tanto en los trabajos de rescate como en las donaciones de alimentos.
Cuando el terremoto del martes golpeó a México, el país ya comenzaba a recuperarse del sismo del 7 de septiembre, que dejó casi un centenar de muertos.
Las autoridades han cifrado en más de 4,000 las réplicas de ese poderoso sismo de magnitud 8.2. Una de las más fuertes se sintió el sábado temprano cuando muchas personas salieron asustadas de sus casas incluso en pijama.
Por si fuera poco, el volcán Popocatepelt ubicado en el central estado Puebla, golpeado por el reciente sismo, registró un par de explosiones el sábado que se convirtieron en un recordatorio de la volátil geografía de México.
El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, trató de rechazar las críticas sobre una desigual entrega de ayuda gubernamental a los sobrevivientes en una gira el sábado en Jiquipilas, en el empobrecido estado sureño Chiapas, que fue golpeado por el sismo anterior.
“Tengan la seguridad de que el Gobierno federal está aquí, el Estado y los gobiernos locales, apoyándolos, mano a mano, para reconstruir”, afirmó.
Pero muchos mexicanos desconfían de los políticos que utilizan el terremoto para anotar puntos antes de las elecciones de 2018, que se ven como un referéndum sobre el balance del Partido Revolucionario Institucional (PRI) desde que regresó al poder en 2012.
El agricultor Francisco Honorato, un campesino de 46 años de edad en la fértil delegación de Xochimilco en la Ciudad de México, vive en la calle mientras espera a que las autoridades evalúen el daño a su casa, actualmente sostenida por vigas de madera.
“Esto va a convertirse en un asunto político, de campaña y una fuente de ganancias: Si me apoyas y votas por mí, te ayudaremos”, dijo. (Reuters).