TRANSPARENCIA POLÍTICA
Erwin Macario
Traidores, corruptos, bañagatos…
Nunca, como ahora, la basura había atascado los más nauseabundos albañales de la política.
La traición se ha sumado, con mayor desvergüenza, a las cartas patentes que la llamada Cuarta Transformación ha extendido a los chapulines que no sólo usurpan los espacios que les corresponden a quienes llevaron al poder a Andrés Manuel López Obrador, sino que traslapan la peor corrupción que propició el hartazgo del pueblo y dio paso a una esperanza fallida.
Como si no fueran suficientes los Manuel Bartlett, los Ignacio Ovalle, David León Romero las Sanjuana Martínez, Irma Eréndira Sandoval, Ana Guevara y otros corruptísimos a los que se pagó con impunidad los apoyos que, muchos desde la deslealtad institucional, dieron a AMLO, ahora la cuatroté suma a la nueva Presidencia de la República otra nueva leva de la traición, para tener en el Senado una inmoral mayoría absoluta que le dé legalidad a la destrcción de los últimos reductos del Derecho y la Justicia, la institución que salvaguardó los derechos del pueblo mexicano: la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es decir el Poder Judicial.
No importa dar cabida a lo más abyecto del ejercicio político en los últimos años. No importa aplastar a quienes desde la verdadera izquierda siguen esperando un cambio.
El cinismo desvaloriza el discurso de no robar, no mentir, no traicionar.
Los nuevos Judas cobran menos de 30 monedas, desvalorizados desde su propia condición de servidumbre voluntaria, gente con cuello de esclavos apto para el dogal, y alma de serviles.
Pero no únicamente dejará AMLO a traidores y corruptos como los citados hoy y los nuevos senadores indignos que ya presumió Claudia Sheinbaum, sino que le incrustará a serviles de más cercanía como Jesús Ramírez –el actual «bañagatos» de palacio y antes de Carlos Monsivais–, virtual coordinador de asesores de la primer presidente mujer.