Democracia virtual
Los periodistas
estamos solos
Por: Eugenio Hernández Sasso
Si en regímenes anteriores México era un país peligroso para ejercer el periodismo, en el denominado “de la cuarta transformación” esta actividad es mortal. Las agresiones a los profesionales de la comunicación son pan de todos los días en distintas partes del país y lo peor no es eso, sino la impunidad que prevalece.
No se sabe a ciencia cierta de donde provienen las agresiones, pero sí se tiene total claridad de que el Estado no hace nada por resolver los crímenes contra los reporteros en este país.
Tan solo en la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, hasta el año 2022, se documentaron 37 asesinatos de periodistas, los cuales no se han esclarecido hasta dejar satisfechos a los familiares y al gremio mismo.
Es preocupante y a la vez lamentable que en un gobierno en el que se presume el respeto a la libertad de expresión se manifieste de manera cotidiana la violencia en contra de quienes, en la mayoría de las veces, le dan voz a los que no tienen voz.
Tan solo en 2022 se contabilizaron 13 asesinatos de periodistas en México, un país donde no existen guerras, ni siquiera contra el narco porque el presidente López obrador estableció, desde 2018, una política de “abrazos, no balazos” contra los criminales.
Se supone que en México hay una amplia libertad de expresión e instituciones democráticas, pero tal parece que en realidad son las mismas que atentan contra esta autonomía e impiden la manifestación de ideas, como si pretendieran acabar con el poder del pueblo para concentrarlo en un solo partido político y una sola persona.
Cuesta mucho pensar que el régimen de la cuarta transformación busque establecer una dictadura como las que hay en Nicaragua, Cuba o Venezuela, en donde a los que ostentan el poder nos les gusta que los periodistas publiquen todo lo que sucede en sus países porque prácticamente es más lo malo que lo bueno.
En esos lugares prolifera la corrupción, las violaciones a los derechos humanos y crímenes en contra de toda aquella persona que no esté de acuerdo en su forma de gobernar. Al menos es lo que muchos que han salido de esos lugares testifican.
El nuevo régimen en México, ese que llegó mediante un método de elección democrática en el que la mayoría del pueblo respaldo al presidente López Obrador, ahora es propulsor de medidas autocráticas contra todo lo que huela a oposición o le haga contrapeso. Desde el púlpito mañanero se predica la libertad, pero en la práctica se busca asfixiar toda expresión contraria al régimen.
En verdad no se entiende el desprecio por el periodismo, cuando se sabe que la libertad de expresión es fundamental para el fortalecimiento de la democracia en cualquier parte del mundo.
Los ataques a la prensa son constantes, el discurso de odio no cesa desde la boca del líder político más importante de México que es el presidente de la república, esto ha propiciado el desprecio de algunos sectores de la población hacia quienes se dedican a la noble labor de comunicar los hechos y escribir la historia.
Actualmente, como dijo hace unos días Rodolfo Flores, el reportero chiapaneco que fue agredido por un presunto elemento de la Guardia Nacional infiltrado en una manifestación de normalistas de la escuela Matumaczá en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, los periodistas están solos y no tienen ninguna garantía para ejercer su profesión o regresar con bien a su casa.
A los pocos días dos reporteras más fueron violentadas por un sujeto, cuando cubrían la noticia de un niño que murió broncoaspirado en una escuela, y este miércoles el Congreso del Estado de Chiapas negó el ingreso de un grupo de periodistas que protestaban por el hostigamiento del que han sido objeto en esa entidad.
Podemos mencionar otros actos de este tipo en esta escalada de agresiones tan solo en el mes de enero de 2023; por ejemplo, en Campeche, al periodista Luis Armando Mendoza Leciano, uno de los principales críticos del gobierno de Layda Sansores, le intentaron incendiar su casa hace dos días. Afortunadamente sus mascotas ladraron y ellos salieron a apagar el fuego. Solo alcanzaron a ver un automóvil que salió a toda velocidad del fraccionamiento.
Así podemos seguir con una larga lista de ataques a principio de este año. Está el caso de Rubén Darío Cruz Hernández, reportero del diario ¡Por Esto! quien fue atacado a balazos en Cancún Quintana Roo; otras tres personas ligadas al medio “Escenario Calentano”, en Guerrero, fueron secuestradas.
En la captura de Ovidio Guzmán, en Sinaloa, cuatro automóviles de periodistas fueron robados, uno de ellos quemado, y a varios reporteros amenazaron con armas de fuego poniendo en riesgo sus vidas.
En fin, pareciera que el sitio más mortífero para quienes se dedican a esta labor no es donde hay guerras sino en México, donde el odio destila diariamente desde el Palacio Nacional y, aunque todos los sectores de la sociedad necesitan de alguien que replique sus demandas, nadie defiende a los que magnifican la voz de quienes no la tienen.