Luego de ser golpeado por un hombre, el sacerdote Mateo Calvillo Paz, dijo que el ataque le salió barato porque pudo costarle la vida.
En entrevista para EL UNIVERSAL, el religioso narró que el pasado miércoles fue a la región Oriente de la entidad a visitar a un enfermo con cáncer y a su regreso, al anochecer, en la entrada del municipio de Queréndaro, un sujeto en un auto compacto le cerró el paso y ahí empezó el ataque.
“Un carro blanco me rebasó, se paró frente a mí. Bajó un tipo furioso, muy alto, de 1.90 o dos metros, muy fuerte y diciendo incoherencias de un perrito atropellado y se vino a golpes. Me destrozó la cara”, contó.
Calvillo Paz refirió que todo fue tan rápido y sorpresivo que no tuvo tiempo de decirle nada al agresor o de reaccionar.
“Yo traía la ventana abierta; llegó, me dijo algunas cosas, abrió la portezuela y me dio (una golpiza); estaba furioso; fue una incoherencia lo que él decía”, relató.
Calculó el sacerdote que la agresión duró cerca de tres minutos, tiempo en el que el sujeto solo le reclamaba entre golpes haber atropellado un perro, lo cual no fue cierto.
Mateo Calvillo describió que como resultado del ataque, se le vino una hemorragia abundante que, aunque trató de controlar, no lo logró por lo que buscó ayuda.
Como pudo, y con ayuda de dos personas, contó que se dirigió con el párroco del lugar, quien lo llevó a una clínica particular, donde recibió atención médica.
Debido a su estado de salud, el religioso fue atendido de emergencia y trasladado al siguiente día a un hospital de la ciudad de Morelia.
El también comunicólogo y responsable de la Comisión de Evangelización en Radio y Televisión para la Arquidiócesis de Morelia afirmó que ya sabía que algo así podría pasarle.
“Porque todos estamos expuestos a esto y por eso he hecho la denuncia mediática, para llamar la atención de que necesitamos cuidarnos”, señaló.
“Una banda de chacales, de sicarios, anda por todas partes y nadie nos protege. Estamos expuestos a todo”, expresó.
Calvillo Paz expuso que ahora más que nunca se siente cerca de todas las víctimas de la violencia, “porque compartí un poquito su suerte”. ( El Universal).