Desde el primer debate presidencial, Donald Trump no levanta cabeza. A cinco semanas de la cita electoral, el 8 de noviembre, una lluvia fina de desaciertos ha abonado el terreno para una de las peores cosechas de la campaña. En la última encuesta, la web Politico.com abría este lunes a seis puntos su distancia con respecto a Hillary Clinton. Y no se puede decir que la demócrata acumule todo el mérito. Es la errática campaña del candidato republicano la que puede convertir el segundo cara a cara (San Luis, Misuri, próximo domingo), en determinante, al menos para frenar su caída.
Lejos de sacudirse la última acusación de no pagar impuestos, el equipo de Trump ha elegido la confirmación por la vía más arriesgada: «Este hombre es un genio», proclamó su asesor Rudolph Giuliani cuando fue preguntado en televisión. Un mensaje irreverente que conecta mejor con los fieles que con los nuevos electores que está obligado a sumar, republicanos moderados o independientes.
Para romper la mala racha, el candidato republicano prepara a conciencia, esta vez sí, el segundo cara a cara
Es la reacción trumpista a la noticia publicada por The New York Times, según la cual el candidato republicano declaró pérdidas de 916 millones de 1995 y se evitó así pagar impuestos. Nada ilegal, como reconoce el diario neoyorquino, de tendencia liberal (progresista en Estados Unidos), pero que, en un ejercicio menos riguroso, deduce que «podría haberlo hecho durante los 18 años posteriores». El pecado original corresponde al magnate, empeñado en no publicar sus declaraciones de impuestos, como si ha hecho su rival y como es norma no escrita para todos los candidatos a la presidencia de Estados Unidos.
Para romper la mala racha, el candidato republicano prepara a conciencia, esta vez sí, el segundo cara a cara. El domingo, se encerró con sus hombres de confianza, el propio Giuliani y el gobernador, Chris Christie, consumado experto en debates.
Fuente: ABC Internacional