El Palacio de Bellevue, de espíritu prusiano que guarda las huellas de los tres últimos siglos de la historia de Alemania, acogerá mañana lunes al presidente de México, Enrique Peña Nieto, en su primer día de visita oficial.
El presidente mexicano llegó este domingo a Berlín junto con una amplia delegación que está formada por secretarios de Estado y empresarios. Sus actividades oficiales se iniciarán mañana en la capital alemana y se prolongarán hasta el martes 12 de abril.
El Palacio de Bellevue no es un edificio cualquiera, sino una residencia oficial que desde su construcción en 1785 ha albergado a ilustres huéspedes como Napoleón, los hermanos Humboldt o el poeta Friedrich Schiller.
El mandatario mexicano como establece el protocolo será recibido en el palacio por el presidente de la República Federal, Joachim Gauck.
Con él departirá largamente en un encuentro pensado para reforzar las relaciones económicas entre ambos países en áreas tales como energía, educación, turismo o comercio.
La visita se celebrará en un marco incomparable. El Palacio de Bellevue está situado en el corazón de Berlín y rodeado por uno de los más bellos jardines paisajísticos que se pueden encontrar en el centro de la capital alemana.
En su interior cuenta además con algunas de las joyas más valiosas de la reciente historia del país centroeuropeo, dado que desde el año 1844 alberga el primer museo de arte contemporáneo de Prusia.
A pesar de la convulsa evolución política y social que vivió Alemania a lo largo del siglo XX, el Palacio de Bellevue logró sobrevivir casi indemne a los avatares de la historia.
La I Guerra Mundial apenas dejó huella en este edificio que a partir de 1928 pasó a manos de la familia Hohezollern. Tras la toma de poder por parte de Adolf Hitler, en 1933, el inmueble se utilizó tanto con fines propagandísticos como residencia oficial para recibir a huéspedes destacados.
Su peor momento llegó con la II Guerra Mundial. La contienda que arrasó Berlín le provocó numerosos daños al edificio, por lo que una vez terminado el conflicto tuvo que ser reconstruido.
Ya en una época más reciente, en 1991, coincidiendo con la reunificación de Alemania, el Palacio volvió a recuperar su época de esplendor y a convertirse en un punto de referencia para la recepción de representantes diplomáticos ilustres.
Una vez que se decidió traer de nuevo el Parlamento a Berlín, el Palacio de Bellevue pasó a convertirse en la residencia oficial del presidente de Alemania.
No obstante, es simplemente una especie de despacho de grandes dimensiones porque el presidente de la República no reside en él, sino que lo utiliza con fines representativos.
En los últimos años han paseado por sus jardines huéspedes destacados tales como el presidente Barack Obama o el rey español Felipe VI acompañado por su esposa la reina Letizia.
Desde el año 2012, Joachim Gauck, un teólogo y antiguo pastor además de figura crítica con la dictadura de la República Democrática Alemana, ostenta la presidencia de la República Federal. La suya es una figura de consenso, disfruta de crédito moral, infunde gran respeto en el país y mantiene una independencia total de los partidos políticos. Gauck no pertenece a ningún partido.
El compromiso del ahora presidente Gauck con la paz y los derechos humanos en plena Guerra Fría y su labor en la década de los 90, centrada en el desmantelamiento de la Stasi (Ministerio para la Seguridad del Estado) y la conservación de su archivo, son solo algunos de sus méritos reconocidos en la reciente historia de Alemania.
No en vano, el tratamiento ejemplar que caracterizó su labor al frente del archivo de la Stasi, en un asunto tan sensible para Alemania en el que evitó el revanchismo político, le valió el reconocimiento social y en el año 2000 se le otorgó la Gran Cruz Federal al Mérito, la máxima condecoración a la que se puede optar en Alemania.
Más recientemente, concretamente en 2014, destacó su intervención en la Conferencia de Seguridad de Múnich en la que exigió que Alemania asumiese mayor responsabilidad a nivel internacional.
Sus discursos pasan pocas veces desapercibidos y es habitual que el resto de políticos alaben su gestión al frente de la presidencia del país. La propia canciller federal, Angela Merkel, dijo de él que “con sus advertencias, es un verdadero educador de la democracia”.